Orgullo y honor
DE TORINO A MESTALLA ·
Las lágrimas de nuestro capitán, Gayà, y las de miles de niños nos reafirman en nuestros valores y sentimientosSecciones
Servicios
Destacamos
DE TORINO A MESTALLA ·
Las lágrimas de nuestro capitán, Gayà, y las de miles de niños nos reafirman en nuestros valores y sentimientosQué difícil resulta describir el cúmulo de sensaciones después de la final vivida en Sevilla. Si alto tengo claro es que vivir una final de la Copa del Rey es quizás la experiencia más bonita que te puede regalar el fútbol. Eso sí, no sólo ... hay que jugarla, hay que ganarla. Emprendimos un viaje cargado de ilusión el sábado por la mañana. Las finales las vivo junto a mi familia y allí que nos fuimos mi madre, mi hermano, mis dos sobrinos y yo. El coche perfectamente engalanado con bufandas y banderas, como en las grandes ocasiones. Durante el trayecto íbamos cruzándonos con miles de valencianistas cuyo destino era el mismo, Tierra Santa. Nos saludábamos y hacíamos tocar el claxon. La emoción crecía a medida que nos acercábamos al destino.
Una vez entramos en Sevilla acudimos al centro de la capital hispalense para unirnos a la marea naranja y ahí es cuando empezamos a soñar que no teníamos techo y que esa final de Copa del Rey la podíamos ganar. Junto a la Giralda el valencianismo demostró, una vez más, su amor y fidelidad a su equipo. Sevilla, por unas horas, fue valencianista y dejó el olor a azahar para dar paso al aroma de pólvora.
El ambiente en los aledaños del estadio también hacía presagiar una gran noche. Saludamos a muchas caras conocidas con un 'Amunt!', nuestro grito de guerra. Y, por fin, entramos a La Cartuja. Éramos menos, pero ese fondo naranja, 'Bronco y Copero', animó y vibró con sus jugadores sin desfallecer ni un segundo. Cuando llegó la tanda de penaltis me salí por el vomitorio a esperar el desenlace junto a otros muchos que, como yo, no tenían el corazón preparado para un disgusto esa noche. Cuando vi que miles de aficionados salieron en estampida por las escaleras supe que el sueño se había acabado.
No me quedé ni a ver la entrega de la Copa del Rey al campeón. No pude soportar la pena. La única copa que quería ver era la que levantase nuestro capitán, José Luis Gayà. Mis primeras lágrimas fueron de rabia por haber perdido en esas circunstancias. Pero el fútbol a veces también es cruel. El camino de vuelta del estadio al coche fue un mar de tristeza, desolación y más lágrimas, casi sin voz y sin alma.
Hasta aquí mi relato de lo que pudo haber sido y no fue en la final de esta Copa. Dejadme que intente insuflar un poco de ánimo a todo el valencianismo y a mí la primera. No pensé ver a tantos niños y niñas con sus padres en Sevilla, ni a tanta gente joven. Tampoco pensé que vería a esos padres consolar a sus hijos tras la derrota. Se me encogía el alma al ver cómo lloraban los peques. A mí también tuvieron que consolarme. Y es que ese sentimiento de padres a hijos es eterno, ellos son el futuro y podemos estar tranquilos porque los que vienen detrás llegan con nuestra misma ilusión y pasión por este club. Ellos lloran ahora lo que nosotros hemos llorado muchos años. Pero esas lágrimas son de ilusión y seguirán llorando. El presente es incierto para el valencianismo pero el futuro es prometedor. Quedémonos con eso.
Quedémonos también con las lágrimas de nuestro capitán, Gayà, más capitán que nunca. Su llanto era el de todo el valencianismo, el que demuestra que el fútbol también es sentimiento, compromiso y amor a unos colores y a un club que te lo ha dado todo. Esas lágrimas, como las de gran parte de la plantilla, eran de verdad y yo me las creo. Hoy no me pregunto, ¿y ahora qué?, eso lo dejo para otro día. Sólo sé que después de la derrota es más firme mi convicción de que ser del Valencia es un honor y un orgullo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.