No es casualidad que Arnaldo Otegi sienta públicamente el dolor causado por ETA en el décimo aniversario de la desaparición de la banda terrorista. Tampoco es coincidencia que lo escenifique justo antes de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y, mucho menos, que ... se haya desenmascarado abiertamente con lo que de verdad pretende: liberar a todos los presos etarras, los más sanguinarios.
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La prepotencia vasca siempre se ha regocijado en una leve superioridad cuando hablan los que en su día tuvieron las pistolas a su favor; y el amonal, y la metralla y las bombas lapa. Las palabras de Otegi de hace dos días en las que trasladaba el sentimiento de dolor causado a las víctimas de ETA, hacía sospechar que bajo esa apariencia de dulce oveja seguía disfrazado el zorro de siempre. Dicho y hecho. En el día de ayer ponía sobre la mesa su intención de apoyar los presupuestos de Sánchez a cambio de conseguir las herramientas que ayuden a liberar al asesino de Miguel Ángel Blanco y al resto de condenados terroristas por delitos de sangre. Un mensaje claro para sus seguidores, totalmente contrario al que protagonizó para el resto de España teatralizando ese sentimiento de dolor. La cara y la cruz, el juego de palabras, el todo vale, el fin justifica los medios.
El zorro, cobarde como bien saben, va en manada. Su pareja en este baile de «presos por presupuestos» está en Moncloa y se llama Sánchez. Un presidente a merced de quienes quieren romper la unidad de España y dispuesto a ser chantajeado a cambio del apoyo, el poder y el mantenimiento de la presidencia.
Es cierto que ya no hay terrorismo, no hay asesinatos, no existe ETA, pero no es gracias a que decidiera la banda su cese, sino al esfuerzo y trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que descabezaron de arriba a abajo toda la estructura de ETA. En el décimo aniversario de su derrota, Otegi dice sentir el dolor de las víctimas, pero no menciona la palabra «perdón» ni colabora con los 379 asesinatos que aún están pendientes por resolver.
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Que EH-Bildu persiga la liberación de los presos vascos no es ninguna novedad ni lo más preocupante, pero sí que resulta grave saber que el presidente de todo un país está dispuesto a entrar en el juego de Bildu, tan peligroso o más que el famoso «juego del Calamar». El último capítulo de quienes representan al terrorismo es vergonzoso y la peor noticia es que estamos en manos de un presidente que se presta a bailar con todos los zorros que quieren atacar el corral.
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