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Somos unos privilegiados todos los que hemos podido disfrutar de este puente aún con las amenazas que se ciernen sobre nosotros en forma de dos ... palabras que suenan aterradoras: escasez y apagón. ¿No las escuchan mucho últimamente? Como sociedad y tras la experiencia COVID ya no estamos para muchas bromas. Ahora ya nos tomamos en serio cualquier amago de profecía por muy marciana que nos suene.
Con todo, la condición humana es inconformista y estos tres días se han juntado demasiadas cosas para los que acusamos en exceso los cambios. Estrenamos nuevo mes, nuevo horario, cambiamos nuestra relación con la luz y hasta con el tiempo con llegada ocasional de la lluvia -como en 'Nubosidad Variable' de Carmen Martín Gaite- y, para colmo, han sido los días dedicados al recuerdo de los que ya no están aunque al final sean todos. Un oxímoron como una catedral.
Y así, hemos debido pasar muchos el puente. Cada momento y estado de ánimo tiene su película o su música. Como decía Woody Allen, no era de extrañar que a los alemanes les diera por invadir Polonia tras escuchar a Wagner. Pues igual pero con las películas y tras estos días me quedo con la trilogía de el Padrino como medicina imbatible y con una conclusión reveladora: Sonny Corleone debió de ser el auténtico Padrino. O por más tiempo. Es un suponer imposible, claro, porque Mario Puzo dejó escrito el relato de cómo debía suceder todo en la mítica novela y después, en su magistral puesta de largo en el cine, Francis Ford Coppola tampoco nos deja mucha opción. Pero, ¿lo imaginan? Si lo recuerdan le acribillan a tiros en el puesto de control de acceso a una autopista de pago. Eran otras épocas y las carreteras tenían peaje, no como aquí, que ya no tenemos -¿o ahora otra vez si?-.
A lo que iba. Sonny Corleone hubiera sido un Padrino legendario aún con su impetuoso carácter. Mientras tanto, Michael hubiera sido un marido, padre y abuelo feliz, o no, envejeciendo plácidamente con Diane Keaton o retirado en una paradisiaca isla envejeciendo noblemente en soledad a base de buena lectura y unos cuantos negronis. Lo imagino con sombrero y con esa mirada tan de Al Pacino que camina, como si nada, sobre el atractivo filo que discurre entre lo inocente y lo canalla. Quién sabe.
Siendo justos Sonny sí llega a ejercer de Padrino y Coppola podría haber puesto más luz a este personaje brindándole mayor protagonismo. Yo creo que daba hasta para un Padrino IV. Desgraciadamente Puzo ya no puede resarcirle de esta injusticia por imposibilidad manifiesta al encontrarse allá en el otro mundo -como cantaba aquel-. Pero quizá Coppola haya recapacitado porque va a recuperar al actor James Caan, que interpretó a Sonny, para su próxima -¿y última?- película: Megalópolis. Será cosa de mafiosos pero desde aquí le comparto mi agradecimiento más sincero por resarcir de algún modo al casi protagonista del Padrino IV porque conviene, en la medida de lo posible, dejar las cosas en orden.
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