En la actualidad en la que todo y todos se trituran sin piedad, el ciudadano preocupado por informarse de lo que ocurre corre el riesgo de sentirse como la Alicia de Lewis Carroll quien, inspirada por la curiosidad de aquel blanco y elegante conejo correcaminos, ... se adentró en la madriguera. Aquella niña empezó a descender por un sinuoso túnel «sin tiempo para pensar en detener su caída» precipitándose «por lo que parecían las paredes de un pozo muy profundo». Los titulares, tuits, wasaps o vídeos virales y las reacciones a los mismos se suceden tan rápidamente que, como la pequeña protagonista del relato, generan esa inquietud de caída libre hacia el vacío en la que nadie se puede parar a observar o preguntarse «adónde» irá a parar. Un descenso involuntario a un pozo que no toca fondo. Y, en ese metafórico viaje a las profundidades de cada día, paralelamente, se reproduce la semántica del espejo. La semántica del mundo al revés presente en la segunda novela de Alicia. Si se modifican las combinaciones de los signos lingüísticos se puede alterar el sentido de cualquier expresión. «Cuando yo empleo una palabra -insistía Tentetieso a Alicia- significa lo que yo quiero que signifique..., ¡ni más ni menos!». Después de defender los indultos a los condenados por el 'procés' en pos de la «concordia» y la «convivencia», la Moncloa sitúa en el marco mental de la normalidad la eliminación del delito de sedición como aparente permuta por el nuevo de desórdenes públicos agravados y la rebaja de las penas por el de malversación. El Gobierno reitera que, en el capítulo final de esta historia, se verá cómo la llama independentista queda extinguida. Debe ser, por eso, que ERC le ha montado a Sánchez una manifestación a favor del referéndum en la cumbre hispanofrancesa de Barcelona a la que, válgame el oxímoron, no faltará Pere Aragonès.

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El colmo de la posverdad, el más difícil todavía, quizá haya sido, para ese ciudadano, observar y escuchar el «chiste irónico» de una secretaria de Estado sobre «los violadores a la calle», en referencia a las preocupantes excarcelaciones de delincuentes sexuales. Y que, después, su primera respuesta fuese la de victimizarse como afectada por bulos cuando, únicamente, cabía remitirse a los hechos para comprobar lo que dijo y cómo lo dijo. Y, para acabar la suma, que solo tras las críticas de sus socios de Gobierno, llegaran sus disculpas.

«La cuestión está en saber si usted puede conseguir que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes». Es lo que le objetó Alicia a Tentetieso, a lo que éste le respondió: «La cuestión está en saber quién manda aquí... ¡si ellas o yo!». España, pese a que parece instalada en el onirismo, no es el país de las maravillas.

El colmo de la posverdad quizá haya sido escuchar el «chiste irónico» sobre «los violadores a la calle»

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