Dos pandemias
SILLAS GOL ·
NACHO COTINO
Viernes, 13 de noviembre 2020, 07:49
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SILLAS GOL ·
NACHO COTINO
Viernes, 13 de noviembre 2020, 07:49
El Valencia se diluía deportivamente recién estrenado este fatídico 2020 y llegaron los primeros cierres al público poco antes de detener definitivamente las competiciones cuando osé a publicar un tuit en el que advertía que los embajadores de Lim en Valencia se sentirían cómodos alejados del 'calor' del público. Recuerdo que cayeron sobre mi todas las maldiciones de un ejército tuitero al servicio de Meriton afeando mi publicación pero lamentablemente -y me encantaría haber estado equivocado- el tiempo ha terminado dándome la razón. La necesaria distancia social impuesta por la pandemia ha permitido a estos señores dinamitar literalmente la sociedad que compraron, con alfombra roja y bajo palio, sin mayor respuesta social que el frío clamor de las redes sociales del que se ríen a carcajada abierta y así, impune y fríamente, han ido laminando las expectativas de una ilusión colectiva tejida hilo a hilo durante más de 100 años. Les molestaba el público al que el indeseable presidente intentó hacer callar y ahora, ebrios de poder mal entendido, han dado otro paso hacia el sometimiento total del valencianismo llevando a la próxima junta la aprobación de la liquidación definitiva del pequeño accionista elevando drásticamente el número de acciones necesarias para acudir a una Junta que, con Mestalla cerrado, era el último foro en el que los tiranos se veían en la obligación de mirar cara a cara a sus socios y escuchar la incómoda verdad. Lo advirtió 'la niña' y sus esbirros ejecutan: «El Valencia es nuestro y no tenéis derecho a decir nada». Dicho y hecho. Cualquier atisbo de disidencia queda sepultado dejando expedito el camino hacia la demolición de la sociedad. Los números evidencian que la tímida reducción de la deuda, que sigue siendo monstruosa, ni se sustenta en la cacareada inyección de capital que vendría de la mano de un magnate ilusionado con hacer más grande al Valencia ni en una gestión eficaz que son absolutamente incapaces de implementar. La deuda desciende porque el club es cada día más pequeño y porque están liquidando a precio de saldo, cuando no regalando, los activos deportivos que podrían aportar ingresos futuros que acercarían al Valencia a instalarse en una élite europea que bien podría terminar en una Copa de Europa cerrada a modo NBA. Pero la enfermedad que incuba el valencianismo está condicionando presente y futuro de manera muy preocupante. El virus se nos come por dentro y ni la enorme alegría de golear al Real Madrid nos quita la preocupación del cuerpo. La grada está vacía, el virus campa a sus anchas y no se atisba solución. Para la pandemia global anuncian una vacuna que nos pinta una gran sonrisa. Para la otra pandemia, la que padece el valencianismo y le está comiendo las entrañas todavía no hay vacuna y si la hay -ojalá sí- aún no conocemos su eficacia.
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