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Mi primera mirada cuando el árbitro pitó el final fue hacia el cielo. Mi primer pensamiento fue para mi padre. Mi primer abrazo con mi madre y mi sobrina. Y es que el próximo 25 de mayo estaremos en Sevilla toda la familia, si la suerte con el reparto de entradas nos lo permite, pero faltará él. Mis sobrinos vivirán su primera final y nosotros también, pero la primera sin él. Es un cúmulo de sentimientos los que me invaden estos días. Felicidad por los más jóvenes, que no han tenido que esperar más de 30 años como yo, para vivir una final. Y nostalgia por no poder compartirla con quien, entre otros, me inculcó la pasión por el fútbol y el amor por este club. Él vivió más finales antes de la primera que compartimos juntos, la 'final del agua' en 1995. El Bernabéu fue nuestra primera peregrinación en familia. Aquella doble final contra el Dépor, que perdimos, iba a ser la antesala de algunos de los momentos más gloriosos de nuestro club. Y todos ellos los vivimos juntos.
El 26 junio de 1999 volvimos a jugar otra final en la Cartuja de Sevilla contra el Atlético de Madrid y allí que me fui, con mis padres y hermanos, aún sin sobrinos. Fue la final del golazo de Mendieta y del 'probe Miguel'. Nunca la olvidaré.
Después de Sevilla vino la final de París en el 2000 y luego la de Milán en 2001. ¡Cuántas veces pienso lo injusto que fue el fútbol con nosotros! Y en Málaga viví mi primer título de liga. También allí estuvimos todos. Un mayo mágico de 2002. ¡Por fin veía al Valencia ganar una liga! Y mi padre lo volvió a vivir 31 años después.
Llegó otra liga la temporada siguiente y una UEFA, una Supercopa de Europa y otra Copa del Rey en el Calderón contra el Getafe. Y siempre estuvimos juntos. Por eso cuando llegue el 25 de mayo y empecemos la aventura copera y la familia Grau nos pongamos en ruta, será muy difícil no acordarse de él, con su medallita con el escudo del Valencia que nunca se quitaba, siempre cargado de ilusión como un niño. Y estoy segura que si ganamos la Copa del Rey lo celebraremos todos juntos, como siempre. Esta vez mi padre nos acompañará desde el cielo, allí seguro que lo verá mejor. Y estará feliz viendo a sus nietos disfrutar por primera vez lo que él vivió tantas veces y, sobre todo, estará orgulloso al ver cómo ellos sienten lo que él sentía por este club.
Y es que Pepe fue, es y será el que ha conseguido que a varias generaciones de una misma familia nos una el mismo sentimiento. Por él y por muchos aficionados valencianistas como él que ya no están con nosotros espero que esa Copa venga a Valencia y les brindemos ese título que tan felices les hará.
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