PARTIDOS EN EL ALAMBRE

Más o menos coincidiendo con el ecuador de las competiciones, siempre existe un partido en el que se mide, como en una analítica médica, el grado de aspiraciones, grandeza o mediocridad de un equipo. Yo espero que no haya sido este 2-1 el candidato, ya que es el resultado más apropiado para definir a lo largo de la historia del futbol la indolencia de quien habiéndose adelantado en el marcador contempla cómo le remontan el partido. A veces lo hemos vivido del otro lado, desde la euforia, y otras en contra. Es igualmente gozoso cuando sucede al revés, que doloroso, cuando la moneda cae del otro lado. Y si no se confirmara esta intuición mía para la medición de la mediocridad, no pasa nada, siempre podré recurrir a la disculpa o al inevitable destino en el olvido de lo que se escribe. Para rememorar del pasado y del campo del Betis no hará falta acudir a esa estúpida práctica de recortar parte de las dimensiones de la foto para suprimir la presencia de alguien incómodo. Que en época de Stalin el pasado se escribiera sucesivas veces con la presencia o ausencia de algún dirigente en las fotos tiene la coherente lógica del totalitarismo, y la notoria fortaleza de la logística fotográfica. Nadie podía comparar con nada el hecho de que este o aquel miembro del Politburó hubiera aparecido en una foto del desfile del 1º de Mayo en Moscú, o arengando a las masas en San Petersburgo, y luego no estuviera en la foto, borrado pincel en el fotograma por haber caído en desgracia. Pero que ya al finalizar la segunda década del siglo XXI, en plena consolidación de la falsedad de las imágenes y de los videos, la desaparición de Marcelino García Toral de una imagen de la noche del partido de Copa, no alcanza la categoría siquiera de maniobra. Es una torpe, grosera e ineficaz manera de influir en la mentalidad de la gente. Hoy la manipulación para tener cierta posibilidad de éxito ha de ser sutil y discreta. Y si te pillan no es suficiente con decir que yo no estoy como los niños pequeños. Para los muy tontos, le pese a quien le pese, Marcelino y Mateu Alemany estuvieron aquella noche en Sevilla. Cuando no estuvieron es este sábado. Si existe alguien con derecho a la indignación es Quique Setién, que ya se veía sentado en el banquillo, y tendrá que esperar a que sea otro el equipo que le dé la puntilla a Rubí, o incluso podría darse el caso de que en el relato de la temporada 2019-2020 del Betis este partido sea la clave de bóveda que explique alguna hazaña. No salimos del no pudo ser, no queda otra que seguir trabajando, pudimos sentenciar, no hicimos un mal partido, quedan todavía muchos puntos. A falta de algún retoque en la fotografía, debe ser que el Departamento de Megafonía, Coros y Danzas aspira a ampliar su negociado.