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Lo que más me escandaliza del documental que HBO ha dedicado a Juan Carlos I es el escaso escándalo que ha causado. Cualquiera diría que quienes han visto esta serie no la distinguen de 'La casa del dragón' y no sepan que en una el ... monarca es inventado y en la otra existió y gobernó durante décadas nuestro país. O estamos con pocas ganas de revuelo o nos han limado la capacidad de sorpresa.
'Salvar al rey' ha llegado a las pantallas para aportar pruebas sobre asuntos que durante años han sido tratados como rumores no confirmados. Se habla de relaciones extramatrimoniales, negocios poco ortodoxos y decisiones políticas cuestionables. No se ha amilanado la serie a la hora de describir modus operandi, fechas y lugares en los que sucedieron todos estos hechos. Y no contentos con la descripción la producción audiovisual aporta además testimonios sonoros que no dejan lugar a dudas.
Corina, Marta Gayà, Barbara Rey, Iñaki Urdangarin, Aznar o Felipe González se citan en los tres capítulos junto a revelaciones sobre momentos históricos como la muerte de Franco, el 23F o las Olimpiadas y la Expo del 92, todos ellos con un papel predominante del monarca. La lógica invita a pensar que el espectador se sorprenderá al encontrarse con esta sucesión de acontecimientos, contados uno detrás de otro, por más que no los reciba de nuevas, a no ser que no tenga sangre en las venas.
Pero vivimos tiempos de anestesia general, en los que nada nos termina de asombrar, en los que nos cuesta reaccionar ante cualquier noticia, por impactante que esta sea.
Entiendo que lo del rey emérito no provoque manifestaciones en la calle. Tristemente nos hemos acostumbrado a los vaivenes reales y al final esta serie ha sido recibida como un episodio más de cuantos han protagonizado los Borbones en los últimos años.
Lo de la anestesia, sin embargo, afecta a más temas, dirigentes políticos y partidos. La semana pasada, por ejemplo, Díaz Ayuso hablaba sobre la gestión de las residencias en Madrid, lamentando la situación en la que su gobierno tuvo que tomar decisiones. Extrañaban estas afirmaciones porque hasta ahora cada vez que se le preguntaba por lo ocurrido durante la pandemia solía apuntar a Pablo Iglesias, como principal responsable de las medidas adoptadas y de las no adoptados. Ahora ha cambiado el discurso. No sabemos muy bien por qué. Tal vez a nadie le importe.
Pero eso es un problema. Los escándalos son tratados como escándalos cuando suceden en el bando (ideológico) contrario, pero cuando son en el propio no nos damos por aludidos. Lo observamos a un lado y al otro, a la izquierda y a la derecha. Posiblemente la crisis del coronavirus ha apagado nuestras ganas de combatir. Solo buscamos tranquilidad. A toda costa. Ojalá no nos pase factura.
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