Prueben a alquilar un piso y, si lo consiguen, les doy un premio. Yo estoy pasando por ese trance; la vida me ha cambiado y necesito un sitio donde quedarme en Madrid, pero encontrarlo y reunir los requisitos para que me lo alquilen se ha convertido en una ambición inalcanzable. Antes, cuando ibas a arrendar una casa, el tema estaba en que la que vieras te gustase, ahora es al revés, ahora el intríngulis va de que tú le gustes al arrendador. Bien que te pidan un mes o dos de fianza, eso es normal, otro mes para la agencia inmobiliaria y otro de pago por adelantado, bueno, incluso un mes más para el servicio contra impagos de la comunidad autónoma..., okey, pero es que tener también que enseñar la nómina, pedir un certificado de solvencia al banco o buscar un avalista, sí, ¡un avalista!, pues que eso ya es pasarse un poco, ponerlo muy difícil. El inquilino se ha convertido en un ser sospechoso por el mero hecho de serlo. Lo crean o no, está mañana un agente inmobiliario me ha espetado que «adicionalmente» sería precisa una carta de recomendación de mi jefe y yo he dejado pasar la oportunidad porque no me veo pidiéndosela a Feijoó.
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Supongo que la culpa es de los okupas y de lo difícil que se ha puesto deshacerse de un arrendatario moroso y recuperar la propiedad, y que pagamos justos por pecadores. Aunque también diré que los arrendadores se benefician de lo caro que se ha puesto comprar una vivienda, que el Gobierno no ayuda con deducciones al alquiler y que en el mercado se ve cada cueva que da miedo pensar que alguien vaya a vivir ahí. Empezando por los portales inmobiliarios..., pero qué manía la de colocar siempre el váter en la primera foto, a veces en la única foto del cuarto de baño, por no mencionar cuando las agencias no se molestan en apartar la silla de ruedas de al lado de la cama que tanto cuenta sobre a dónde fue a parar el último morador. Si es que además de pedirte el oro y el moro los pisos se presentan para no gustar.
Lo divertido es que cuando cuentas que buscas piso todo el mundo se ofrece a ayudarte: tu tía y tu prima, tus compañeras de trabajo, los amigos del bar..., che, todo el mundo. ¿En serio, estás buscando?, qué guay, ahora te envío unos cuantos que tengo vistos. Se conoce que soñar con una vida mejor o como mínimo despegada del 'daddy' y de la prole nos lleva a fantasear frente al ordenador de la oficina con que habitamos en otro apartamento. Los españoles tenemos alma de agente inmobiliario, buscar piso sin necesitarlo es nuestra chifladura. Pero, ojo, que, sueños aparte, empiezan a pedirnos aval para vivir.
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