Urgente El Extra del Padre de la ONCE premia con 17.000.000 de euros a un jugador de Valencia

Los que saben de cosas de comida dicen que es mejor no saber lo que pasa en las cocinas, o acabarías por no comerte lo ... que te emplatan. Eso se extiende a casi todo lo demás. Luego se nos llena la boca al hablar cada uno de lo nuestro, pero las paredes de cristal son peligrosas para la confianza ajena. Escuché la semana pasada algunas voces indignadas con el espectáculo de los (no) presupuestos de la Generalitat para el año próximo. A continuación, un lamento: y a la gente todo esto no le importa nada. Cierto es que interesa de manera muy relativa, aunque afecta al día a día de todos, a los colegios donde llevan a sus hijos, a los centros de salud, el autobús metropolitano, la cita judicial, la tramitación de una subvención... todo. Y no será por falta de páginas en los periódicos. ¿Y entonces? La gente está «en sus cosas», decimos. Como si el dinero público, el de la gente, y cómo lo manejan sus representantes no fueran «sus cosas». ¿Y entonces? Ahí está Morera, el presidente de Les Corts, que en su día quería que si no había contenidos para À Punt, pues que emitiesen la señal del parlamento. Si la gente viera minuto a minuto lo que pasa allí todos los días, se apuntan en masa a una secta en Katmandu. Eso lo tengo claro yo, y creo que muchos de los que protagonizan la cosa pública. «Aún nos pasa poco», me dicen desde el Consell. Una cosa es que les interese difundir sus argumentarios, y otra que se sepa lo que ocurre, que la gente se interese de verdad por aquello que debe importa. A ver si el ciudadano valenciano se va a poner a leer, o a informarse, y acaba reclamando (mucha más) seriedad.

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Cuanto más bananero es un país o una región, menos interés hay en que los ciudadanos sepan el modo en que se manejan sus dirigentes. Cuantos más hay y más vagos son aquellos que viven de la nada, mayor es el desprecio a las opiniones versadas, a los debates reales y no espectacularizados, a las actividades vinculadas con la investigación social y científica. Desestructurar y generar desconfianza sobre el debate social es fundamental para desarmar al ciudadano, al que se le invita (abanderando premisas supuestamente libertarias) a que se informe por canales alternativos y luego vienen las sorpresas cuando germinan las teorías conspirativas, terraplanistas o negacionistas. La izquierda prefiere que entre sus rivales de la derecha proliferen los pirados, la fragmentación; y lo mismo le ocurre a la derecha respecto a sus opuestos, cuanto más sonados y extremistas, mejor. De modo que quizá los presupuestos interesan poco, y lo que pasa en Bruselas, ni les cuento, donde llueve mucho pero se vive muuuuy bien ¿pero a quién interesa ese poco interés?

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