
¿Qué ha pasado en Valencia?
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Junto a las razones electorales de corto recorrido hay otras más profundas que explican que Ribó mantenga un 27% de votoVeía el pasado jueves el vídeo del alcalde de la tercera ciudad española burlándose de la portavoz del PP por haberse ausentado del pleno del ... Ayuntamiento, sin caer en la cuenta de que al estar embarazada no puede aguantar mucho rato sentada, y me hacía la pregunta que da título a este artículo. Lo observaba con ese aire informal que da el suéter dejado caer sobre los hombros, como si estuviera de paseo dominical por la Malvarrosa antes de sentarse en una terraza y pedir una cerveza bien fría y unas bravas, hablando exclusivamente en ese valenciano que él emplea, en una ciudad que se precia de su rico bilingüismo, y mostrando el típico machismo rancio y paternalista del hombre mayor al que le molesta que una mujer más joven le lleve la contraria, y trataba de entender las razones ocultas que llevaron a este hombre a la Alcaldía de Valencia hace añora seis años y que explican que en la encuesta publicada por este diario hace diez días mantenga su nivel de respaldo en un 27% de los ciudadanos que de haber hoy elecciones votarían en unos comicios locales.
La ciudad que fue de izquierdas durante los primeros doce años de los ayuntamientos democráticos, entre el 79 y el 91, se entregó luego, a lo largo de veinticuatro años, a una alcaldesa procedente de la derecha conservadora que, sin embargo, supo conectar con las clases populares, lo mismo que ha conseguido ahora en Madrid Isabel Díaz Ayuso. Las elecciones las pierde el partido que gobierna más que las gana el que está en la oposición. Tras dos décadas y media, la gente se cansó del PP y de Rita Barberá, a la que una hábil campaña para presentarla como principal responsable de la corrupción -sin llegar a estar imputada por ninguna causa- y sus propios errores condujeron a la derrota y el posterior exilio dentro de su propio partido.
Cuando comenzaba a certificarse el agotamiento del modelo -que con sus luces y sus sombras cambió el destino de una hasta entonces decadente Valencia- apareció Compromís, un tótum revolútum de nacionalistas/catalanistas (de izquierdas unos y más de derechas que Fraga Iribarne los otros), ecologistas, anticapitalistas y comunistas-que-dicen-que-ya-no-lo-son-pero-que-si-no-lo-son-lo-parecen. Y mientras el PSPV vegetaba en la oposición le robó el papel protagonista, tomó la calle, se infiltró en asociaciones y fallas, invadió las redes sociales y se valió de las televisiones amigas de la corrección política (que son prácticamente todas) para aupar a su líder.
Compromís conectaba mejor con los jóvenes, con los urbanitas, con generaciones educadas ya bajo el imperio de la famosa Llei d'ús i ensenyament del valencià, la norma más importante aprobada en todos los años de historia de la autonomía valenciana, la que ha dado cobertura legal a una progresiva inmersión lingüística que con Vicent Marzà (Compromís) en la Conselleria de Educación se está llevando hasta sus últimas consecuencias. Gracias, dicho sea de paso, a que el PP no hizo nada por cambiarla en sus veinte años al frente de la Generalitat. El Compromís antimilitarista, anticlerical, antisistema, ecologista de salón, de los que no distinguen una lechuga de una coliflor, el que se monta en bicicleta o se sube a un patinete por el carril bici o por la acera, por donde haga porque yo lo valgo, el moderadamente antiespañol porque ser español es ser facha, el que se ríe de las instituciones y las normas, el pseudoanarcoide pero sin pasarse, el asambleario para que ganen siempre los mismos, el que está por la libertad de expresión para decir ellos lo que quieran, no para que lo digan los otros, el que disfruta con un mercadillo de ropa o un concierto de rock en la plaza del Ayuntamiento, el que sueña con disolver el Estado a la vez que aspira a que ese mismo Estado lo cubra todo y llegue a todas partes, ese Compromís, conectaba mejor que un PSPV desnortado, descabezado y por momentos acomplejado con jóvenes, profesores, funcionarios y cierta intelectualidad de estómago agradecido pendiente siempre de los presupuestos públicos para vivir y beber mejor. Ese cambio de mentalidad en las generaciones hijas ya la democracia es lo que explica que un alcalde nacionalista y ahora-ya-no-soy-comunista que mantiene aletargada la tercera ciudad española y al que le sale burlarse de una mujer embarazada -con tal escándalo que finalmente tuvo que disculparse... a su manera- sea hoy y desde hace seis años el alcalde de Valencia y en las encuestas siga recibiendo el respaldo del 27% de los valencianos.
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