
Pasar página con la pandemia
EL ESTADO DE LA SANIDAD ·
Los actuales índices de vacunación contra el coronavirus, escasos sobre todo entre los que no llegan a los 40 años, confirman que el Covid ya es un virus respiratorio másSecciones
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EL ESTADO DE LA SANIDAD ·
Los actuales índices de vacunación contra el coronavirus, escasos sobre todo entre los que no llegan a los 40 años, confirman que el Covid ya es un virus respiratorio másVestigios. El uso obligatorio de la mascarilla en el transporte público y los centros sanitarios, y las limitaciones que todavía siguen vigentes en las ... residencias de mayores, son dos de los pocos vestigios que quedan de la pandemia. La población, al menos en su mayor parte, parece que ya ha pasado página con el Covid. Ya es un virus respiratorio más, uno de esos que, como mucho, provoca unas décimas de fiebre, tos y malestar. Como si fuese una gripe o un catarro.
Ya no hay miedo al contagio, probablemente porque la mayoría ya ha tenido contacto con el patógeno y, con mejor o peor suerte, lo ha superado. O ha visto que no era para tanto. Esta tendencia también se aprecia en la vacunación. La ansiedad de los primeros meses de 2021, cuando la población se echaba las manos a la cabeza porque algunos políticos no aguardaron, presuntamente, su turno, ha dado paso a un momento en el que tiene que ser el personal sanitario el que, de manera activa, trate de captar a pacientes para administrarle su dosis. Lejos quedan aquellos 'selfis' recibiendo el pinchazo con una sonrisa de oreja a oreja, aquellas colas interminables en el vacunódromo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias o esos pasaportes que permitían a los inmunizados acceder a bares y restaurantes. Aunque no hace tanto, todo eso ya pasó. Especialmente para los más jóvenes, los que no han llegado a ese punto de inflexión que es cumplir los 40 años.
Poco más de la mitad de los veinteañeros y los treintañeros se preocupó en recibir la dosis de refuerzo mientras que a las familias tampoco le ha quitado el sueño que los más pequeños completen la pauta. Parece que ni falta que hace. Ahora, ni siquiera entre los más mayores, la población más vulnerable, hay prisas por recibir el último pinchazo pautado, ese adaptado a los nuevos linajes de Ómicron. Poco importa que el Covid aún deje una quincena de muertos a la semana o cerca de 400 ingresados en los hospitales de la Comunitat, precisamente entre los que han superado las seis, las siete y las ocho décadas.
Preocupaciones. Parece incluso lógico que el coronavirus ya no esté de moda. Son muchas las preocupaciones que ahora atormentan las cabezas de los valencianos. La inflación desbocada, que hará más difíciles cuadrar las compras navideñas, y los retrasos para recibir asistencia médica son algunas de ellas. Conseguir una cita en el centro de salud empieza a ser misión imposible, al menos lograrlo en un tiempo adecuado. O las esperas en los servicios de Urgencias, tanto para ser atendido como, sobre todo, para contar con una cama. O para pasar por el quirófano. ¿Cuál sería la situación asistencial hoy si no se hubiesen incorporado este año más de 5.000 profesionales a la red pública? ¿Por qué se cuentan por decenas los enfermos que a diario esperan el alta de algún paciente para tener cama en un hospital? ¿Está justificada la huelga convocada por el Sindicato Médico para enero? Resulta llamativo que en hospitales como el de Manises el sindicato CSIF dijera ayer que «están doblando las habitaciones hasta en cuatro plantas, algo que no había ocurrido ni en los peores momentos de la pandemia»; o que los pacientes se amontonen en las urgencias de La Ribera; o que en La Fe limiten los ingresos de niños que pertenecen a otros departamentos, como señalaron desde UGT; o que en el General de Valencia siga habiendo más de 60 pacientes a la espera de cama, como lamentan desde el Sindicato de Enfermería Satse... Resulta difícil de entender que un repunte de virus respiratorios esté provocando todo esto.
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