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Sí, a un paso de la gloria porque si llegamos a la final lo será, y si la ganamos ya será la bomba! Fue un empate pero bien pudo ser una derrota. Sufrimos hasta el final, pero también enloquecimos de felicidad cuando Gameiro marcó el segundo gol. Vivimos una noche inolvidable que esperamos lo sea aún más el próximo 28 de febrero en Mestalla. Fuimos más de 700 aficionados los que nos desplazamos a Sevilla conocedores de la importancia del partido y con la ilusión de volver con un resultado positivo que nos hiciese ver la vuelta con optimismo. Y así fue. No había estado nunca en el Benito Villamarín y os tengo que decir que me impresionó. 60.000 béticos cantando el himno del Betis que nos puso a todos un nudo en la garganta. Todo acompañado por un juego de luces espectacular, el sonido de miles de aplaudidores y los móviles, los nuestros también, grabando el momento. El ambiente que rodeaba la previa del choque hacía presagiar un partido muy difícil. Pero nada nos amedrentó. Éramos muchos menos, pero nos dejamos oír con fuerza. La mayoría de los aficionados que viajaron hasta Sevilla era gente muy joven y emocionaba verles cantar con la voz y el corazón cada uno de los cánticos. Se me caía el alma al verles sentados cabizbajos en el descanso, en silencio, comiéndose sus bocadillos. Y fui feliz al ver sus caras de felicidad y alguna lágrima al final del partido. Con ellos salté de alegría, con ellos me abracé sin conocernos. Y con ellos espero celebrar el pase a la final. Con ellos y con mis sobrinos, que cuando acabó el partido me enviaron mensajes para reservar hotel en Sevilla. Pero antes de llegar a esa final soñada tenemos un partido de vuelta en el que tenemos que demostrar que podemos superar ese ambiente del Villamarín y para ello el club y los aficionados tenemos que ir de la mano. Por eso el club debería permitir a la Curva Nord realizar un tifo en todo Mestalla. Es más, debería ser el club el que lleve a cabo la iniciativa, repartiese banderas blanquinegras y diese todas las facilidades a los aficionados para que Mestalla intimide al Betis antes de saltar al campo. Estoy segura que será así porque ya hemos vivido noches como esta. Me gustaría acabar acordándome de los que ya no están y no podrán vivir con nosotros esa noche tan especial. Porque será una noche llena de emociones pase lo que pase. Una noche donde habrá lágrimas de felicidad o tristeza al final del partido. Estoy convencida que lloraremos de alegría, porque la historia nos debe varias. Y acabo copiando una leyenda que colgaba en el Villamarín pero que bien podría también colgar en Mestalla cambiando el equipo: 'De padres a hijos, de abuelos a nietos, una pasión llamada, Valencia Club de Fútbol'. Y yo añadiría 'de tía a sobrinos.

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