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El patinete, la niña, el móvil, la mochila, la mascarilla...

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Domingo, 20 de septiembre 2020, 10:10

Tenemos la impresión de que eso que habitualmente llamamos «la vida» (que es como nos referimos a todo en general y a nada en particular) se ha vuelto muy compleja, enrevesada hasta el extremo, que cualquier trámite, por sencillo que pueda parecer, se ve rodeado de trampas y obstáculos que requieren de habilidades propias no ya de un especialista sino de un mago. Nos animan a una vida sencilla, sin tantas complicaciones, pero lo cierto es que ante cualquier decisión cotidiana que debemos tomar tenemos a nuestra disposición una oferta tan inabarcable que acabamos sumidos en un mar de dudas. ¿Qué película o qué serie vemos esta noche? Pues mira, sólo en esta plataforma podemos elegir entre unas 276 series y 5.487 películas. Ufff, qué pereza y qué nostalgia de TVE, la VHF y la UHF, 'Estudio 1', el 'Un, dos, tres', Eurovisión, 'Cesta y puntos', 'El virginiano' y demás obras cumbre de la televisión única, grande y nada libre.

Acuérdate de comprar café... sí, ¿pero cuál?, hay 45 paquetes diferentes, me quedo bloqueado ante esos estantes, todos iguales pero a la vez distintos, y de cacao tienes que traer el sin fibra, el otro que es sin grumos, y un tercero que es con fibra y con grumos pero bajo en calorías. Madre mía santísima.

Pero es que nosotros mismos lo hacemos todo muy pero que muy complicado, nos creamos necesidades innecesarias, valga la redundancia inversa, incorporamos nuevas rutinas que nos estresan y al final nos falta tiempo para disfrutar de lo más elemental.

Esta misma semana, una joven madre que sube al autobús, que lleva de una mano a su hija pequeña, no más de dos años, y de la otra un patinete eléctrico plegado pero aparatoso, que carga con una mochila no menos abultada y que encima, por su fuera poco, habla por el móvil a pesar de la mascarilla mientras trata de sentar a la niña en uno de los asientos verdes, busca dónde dejar el patinete, mantiene el teléfono pegado a la oreja gracias a un escorzo imposible del tronco, el cuello y la cabeza y al mismo tiempo bucea en la macromochila para encontrar el bonobús y poder picarlo en un vehículo que ya ha arrancado y que circula por el túnel de las grandes vías como el AVE Madrid-Valencia por tierras castellanas, a no menos de 300 kilómetros por hora (más o menos, tal vez un poco menos pero no mucho). ¿Qué necesidad había, del patinetazo si sabías que ibas a tener que coger el autobús, de una mochila XXL como si fueras un 'sherpa' en el campamento base de un ochomil del Himalaya, y de la llamada de móvil cuando estás con tu hija, puedes disfrutar del momento y encima no te quedas manos para tanta cosa? Pues eso, ganas de complicarse la vida.

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