Secciones
Servicios
Destacamos
Lo de la final de 'Masterchef Celebrity' fue la enésima representación de las dos Españas en nuestra televisión. En este caso la España de Isabel Preysler -y un premio Nobel como acompañante- y la del resto de seres terrenales, a los que nos representaron los familiares de Félix Gómez, que no se habían visto en otra así en la vida. Todos ellos acudieron a apoyar a los dos finalistas de esta edición, Tamara Falcó y el actor, pero las miradas y comentarios los acaparó ella, la reina de la porcelana y de los ferrero, que no se prodiga en los platós.
Mención aparte merece Vargas Llosa, que se prestó a visitar el programa de cazuelas y esferificaciones de TVE para darle ánimos a la hija de su pareja. Lo que no mueva el corazón y el estómago no lo mueve nadie. Porque en esta ocasión actuaba como consorte, sus libros no tenían importancia ninguna. Hace unos años ya puso de manifiesto en el ensayo 'La civilización del espectáculo' que la atención en las secciones de cultura en nuestros días recaía en modistos y chefs en lugar de en compositores y científicos. Debió de pensar que si no puedes con el enemigo, únete. Y así lo hizo. Y no digo yo que la ocasión requiriese esmoquin, pero sí una camisa bien planchada y colocada en su sitio, que lo cortés no quita lo valiente. El escritor llegó, saludó y se fue, no aguantó la interminable prueba para elegir al ganador. Ahí Mario nos representó a todos los que llevamos semanas protestando por la excesiva duración del concurso de la cadena pública.
La Preysler tuvo menos reparos y se subió a la galería con el vulgo. Esto es, Los Chunguitos, Ana Obregón, Vicky Martín Berrocal y El Sevilla, entre otros muchos. En ese ratito le dio tiempo a realizar un curso de barriobajerismo rápido: aprendió lo que es hacer la cobra, descubrió la cocina de aprovechamiento de sobras y se sorprendió al saber que la gente en este país hablamos en un tono elevado. El saber no ocupa lugar y menos cuando se dispone de tanto espacio en el que acumular. Al final ganó Tamara, besó a Jordi, comieron perdices y vivieron felices. Vivir para ver. Para que luego digan que la televisión no podía ya sorprendernos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.