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La Liga, por fin, está llegando a su fin. Y no puede acabar de peor manera para el Valencia si una plaza para la Europa League no lo remedia. Sería el mal menor de una temporada para olvidar. Una temporada que nos ha vuelto a dejar lo de siempre y a lo que, desgraciadamente, nos estamos mal acostumbrando. La inestabilidad institucional y deportiva, una pésima planificación, un proyecto deportivo sin rumbo y a la deriva, un club con dueño pero sin alma. Y como consecuencia de esta situación, una afición cansada e indignada. Y llegamos en este estado justo en el momento en que va a empezar el proceso de renovación de abonos y deberíamos tener la ilusión por las nubes. Nada más lejos de la realidad.
Soy socia desde hace más de 30 años y nunca he tenido dudas a la hora de renovar. En Primera o en Segunda, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, como un matrimonio. Pero me duele en el alma tener que pensarme si renovar la próxima temporada. Hay situaciones personales que a veces nos llevan a tomar decisiones dolorosas. Si a la incertidumbre en la que está inmerso el club le unimos la crisis que estamos viviendo por la pandemia el panorama que se nos presenta no es nada alentador. El esfuerzo que hacemos cada temporada no es correspondido ni mucho menos por el club. Nos piden lealtad y esfuerzo y ahí estamos siempre sin esperar nada a cambio. Sólo resultados y paz social y un poco de tranquilidad. No es mucho pedir.
El club ofreció varias opciones para renovar que deberían replantearse. Habrá que esperar a que acabe la Liga y ver si llegamos a jugar la Europa League, una competición que mucha ilusión no es que despierte si bien es importante jugarla por el beneficio económico que supone para las arcas del club. O se ponen facilidades y se tiene en cuenta de dónde venimos y la situación que hemos atravesado o me temo que muchos aficionados optarán por ver el fútbol desde casa la temporada que viene. Hace muchos años que no palpaba el ambiente de desánimo que hay en la calle y eso me preocupa. Mis palabras son el reflejo de mi estado de ánimo. Supongo que cuando llegue el día de renovar me rascaré el bolsillo y pensaré que la próxima temporada será mejor que la anterior. Y que tantos años de ilusión no pueden desaparecer así como así.
El Valencia nos necesita y nunca le hemos dejado solo. Pero al aficionado se le ha de cuidar y en circunstancias difíciles el club también ha de poner de su parte. Señores mandatarios del club, piensen bien cómo van a recuperar la ilusión de una afición tocada pero no hundida, fiel pero no tonta.
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