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Pequeños cantaores

ARSÉNICO POR DIVERSIÓN ·

María José Pou

Valencia

Miércoles, 20 de julio 2022, 00:15

Hasta que llegó García Lorca, los gitanos y su flamenco eran como los negros y el jazz, los bufones de los señoritos. La gente bien los miraba por encima del hombro y no dejaban a sus hijos que se juntaran con ellos, pero permitían que ... animaran sus fiestas, porque eran únicos cantando y bailando. Lorca elevó el cante jondo al Olimpo de las artes y los gitanos poblaron sus obras con naturalidad y orgullo patrio. No fue el único, pero sí el más notable. Desde entonces, España vive una curiosa ambivalencia hacia ellos. Todavía le cuesta aceptarlos, pero los sabe poseedores de un parte esencial del alma nacional. Y esa convicción sigue asomando cuando se trata de arte. Por ejemplo, en cada programa televisivo de talento musical.

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