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De los perfiles falsos a los auténticos y bien pagados

BELVEDERE ·

Pablo Salazar

Valencia

Miércoles, 22 de abril 2020, 07:37

El nuevo escándalo (tras los de los datos que no cuadran, las mascarillas defectuosas, las manifestaciones del 8-M, las ruedas de prensa con censura previa, la geolocalización y algunos otros más) se llama perfiles falsos en Facebook para elogiar al Gobierno, una práctica fraudulenta en la que el Ejecutivo se declara víctima aunque las cuentas cantan y loan lo bien que lo están haciendo el presidente Sánchez y sus ministros en la crisis del coronavirus. Lo cierto es que no es nada nuevo, que desde hace años sabemos que las redes sociales se contaminan con agentes externos que se dedican a expandir bulos o a crear tendencias para favorecer determinados intereses, sea un candidato o una opción política (el 'Brexit', la independencia de Cataluña...) o para arruinarlos. No quiero decir con ello que no resulte preocupante, que lo es y mucho, aunque la primera y evidente conclusión a la que cualquier persona medianamente inteligente debería llegar es que creerse informado por lo que se dice en las redes no sólo es un error sino una irresponsabilidad manifiesta. Pero casi me parece más inquietante y aún más irritante tanto el que algunos cargos públicos empleen buena parte de su horario laboral en colgar comentarios y compartir vídeos y memes como, especialmente, el que los partidos dispongan de cuadrillas de internautas a sueldo que no hacen otra cosa que ensalzar a sus dirigentes y criticar a los rivales. Busquen las cuentas de algún que otro secretario autonómico, director general, concejal, asesor, diputado autonómico o senador y verán su interminable lista de aportaciones y las horas en las que las realiza y se acabarán haciendo una pregunta: ¿y éste cuando trabaja? Eso por no hablar del tono agresivo que destilan muchas de las aportaciones de estos 'representantes públicos' y que no viene precisamente a contribuir al enriquecimiento del debate. Todos ellos, los partidos como instituciones y los políticos a nivel personal, han contribuido a alimentar un fenómeno que casi desde sus inicios se vio que se iba a transformar en una selva virgen tan intrincada como peligrosa. Y ahora les asusta verse envueltos entre una vegetación tan frondosa que te engulle y no te deja ver el camino por el que avanzar. Así que al igual que Facebook se ha puesto a investigar esos perfiles supuestamente falsos que elogian al Gobierno, propongo que el Portal de Transparencia nos detalle cuántos asesores dedican toda su jornada laboral a tuitear compulsivamente. Y ya de paso, cuántas horas emplean los cargos públicos en atender sus redes sociales. Y ya verían lo que nos íbamos a divertir.

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