El nuevo precio del aceite de oliva virgen extra en los supermercados desde este lunes 10 de marzo

A veces es tan importante el continente como el contenido. Es más, hay quien jamás mirará el interior y se quedará con el exterior. Lo que te entra por la vista. La importancia de la marca como generadora de confianza. Los clientes compran un producto por la certidumbre que tienen de que será la mejor opción para resolver su necesidad. Mandamiento marquetiniano. La política ha cambiado el peso de las ideas por los mensajes. Titulares impactantes e imágenes que cautiven. Comprometerse a cumplir lo que has prometido ya es otra historia. El PP se ha pegado un batacazo histórico en las pasadas elecciones generales. Cambió al timonel y algunas caras, pero ahí permanecieron las siglas. Cuando se habla del partido de la gaviota se asocia siempre a la corrupción. Fue tanta y tan mediática que es imposible desligarse de ella. Pablo Casado ha intentando desencadenarse de esa mochila, pero no lo ha conseguido. Ni ha podido ni ha sabido. El PSOE, con un caso como los ERE, con un pillaje vergonzoso, con miles de millones esquilmados, ha logrado anclar este latrocinio en Andalucía. Ocurrió allí y en Ferraz nada se sabía. Y la gente les creyó. Llegados a este punto, ¿alguien en Génova se ha planteado cambiar las siglas, el color corporativo y hasta la sede? Si son capaces ahora de renegar de la derecha para autodenominarse de centro, no deberían tener ningún problema en renovar su estampa. Que los ojos de los españoles les vean de otra forma. Hace tres años los populares valencianos amagaron con hacer esta solicitud a la dirección general. Una refundación del partido con cambio de siglas incluido «para abordar la regeneración de la formación política en la Comunitat», dijeron. No se atrevieron y ahora Isabel Bonig casi ni es la líder de la oposición. Las siglas pesan.

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