De Peter Lim a Amadeo Salvo
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Si alguien le contara algún día a Lim (jamás ocurrirá) que hay personas que pierden el hambre si el Valencia cae derrotado o que hay aficionados que derraman lágrimas si ven cómo se lastima a su equipo se le desencajaría la mandíbula. De reírse. Con ... una sonrisa maliciosa. Por su cultura y su enorme ego no puede entender que haya seguidores con el sentiment a flor de piel. Ya lo imaginábamos. Ya nos lo habían contado personas que habían tenido algún contacto con el magnate, aunque fuera circunstancial. Pero con sus declaraciones en el Financial Times ha quedado meridiano. Ni siente ni padece. El Valencia se la trae floja. Le da igual el club, su historia y su gente. Su negocio de fertilidad le habrá hecho rico pero no le permite codearse con la crema del fútbol mundial. «Una vez estábamos comiendo, todos los propietarios (de clubes), en una de las finales de Champions... Tenías a jeques, reyes, mafiosos, negros, blancos y amarillos. Y estábamos discutiendo sobre: '¿Por qué compraste este jugador por tanto dinero? Éramos como niños...» El Valencia es un juguete que sacar del armario cuando le convenga. Así puede cenar con Beckham. Así puede reunirse con el jefe del PSG. Así puede aliarse con los Neville y el grupo de Manchester. Así puede tener a Jorge Mendes de consejero de cabecera. «Esto es bonito. Me despierto, soy dueño de un equipo de fútbol y a ver qué pasa. No hay más». Si el Valencia gana, pierde, si hace el ridículo, si necesita apoyo, eso ni le preocupa. Ahora, siete años después, parece que hay algunos que se dan cuenta. Amadeo Salvo no ha podido ser más oportunista. Ha esperado todo el tiempo que hiciera falta a que Lim asomara la patita. Lo ha hecho y rápidamente el expresidente del Valencia se ha convertido en el mayor azote del máximo accionista del Valencia. A saber quién de los dos ha sido más ventajista. Pero que Salvo hable de los compromisos de Lim con el Valencia genera hasta sonrojo. Él mismo (junto a Aurelio Martínez) garantizó que en el contrato de compraventa existía la obligación por parte del empresario de Singapur de acabar el nuevo estadio. Y eso es mentira. El actual presidente de la Autoridad Portuaria fue la cabeza pensante del proceso de venta mientras el actual dirigente del Ibiza actuó de agitador de masas. Ambos se vieron ante miles de aficionados en Mestalla y hablaron de un estadio nuevo, de dejar la deuda a cero y de un inversor que iba a salvar al club y que lo ha mantiene a un paso del precipicio. Así que lo mejor hubiera sido que Amadeo Salvo se hubiera tapado. No era el momento de contestar a Lim. El momento fue hace siete años, cuando casi se le regaló el club, cuando se engañó a la afición.
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