El decano de los goleadores. Ricardo Alós Bailach (Moncada, 1931) es hoy en día, a pesar de su brillante hoja de servicios, un jugador prácticamente desconocido para el gran público. Únicamente sus orgullosos vecinos moncadenses, los gijonenes de cierta edad y los eruditos del fútbol son capaces de delinear la trayectoria de aquel excelente 10 que tantas tardes de buen fútbol dio a Mestalla. Y de recordar que Ricardo es, en el momento de escribir estas líneas, el decano de los máximos goleadores de Primera División. Así como, con permiso del efímero guardameta Candi -que no llegó a firmar contrato oficial con el Valencia-, el jugador del club de mayor edad: el lunes cumple 90 años.
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De la zaga a la delantera. Después de aprender a patear balones en calles y solares, así como estrenarse en el equipo de su localidad natal, Ricardo logró, todavía adolescente, su primer éxito deportivo de la mano del Club Deportivo Cuenca, con el que se proclamó campeón de la Liga de Adheridos en enero de 1950. En aquel tiempo comandaba, con desparpajo y brío, una poderosa defensa -Romero, Ricardo, Lladró- de la que restan escasas referencias en publicaciones de la época. Reconvertido poco después en interior, se destapó como un valioso jugador de ataque en 1953 en el Mestalla, al que accedió meses después del anulado ascenso a Primera. Su carta de presentación no pudo ser mejor: en sus cinco primeros partidos con el filial marcó cuatro goles.
Un artillero descomunal. La faceta goleadora de Ricardo no tardaría en confirmarse. En el retoño del Valencia logró 20 tantos en 59 encuentros disputados a lo largo de tres campañas en Segunda División. Entretanto, apareció con cuentagotas en el primer equipo. Debutó en Mahón ante una selección balear en agosto del 53 y jugó un par de amistosos contra el Glasgow Rangers y el Levante, pero su rendimiento no fue suficiente para convencer a los técnicos de que merecía un puesto en la primera plantilla. En 1956 Vicente Peris decidió cederlo al Sporting -entonces, Real Gijón- de Segunda. Fue en El Molinón donde Ricardo vivió, seguramente, la mejor etapa de su carrera, jalonada por un registro goleador excepcional: marcó 46 tantos en 34 partidos, un récord que tardaría más de medio siglo en ser superado.
Pichichi a tres. De vuelta en el Valencia a pesar de su firme deseo de continuar en Gijón, Ricardo pasó a nutrir una delantera estelar: Fuertes, Buqué, Walter, Ricardo y Seguí. En la difícil temporada de la riuà -que era, al mismo tiempo, la de su debut en Primera- nuestro hombre, auxiliado por sus compañeros, se convirtió en la referencia ofensiva blanca. Su determinación y acierto le llevaron a alcanzar tanto el Pichichi de la campaña 57-58, compartido con el exvalencianista Badenes y Alfredo di Stéfano, como la internacionalidad con la Selección B. Un magnífico doble premio para aquel delantero inteligente, modesto y trabajador.
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