Ves, Platero, que tú no puedes ir a ninguna parte con los hombres?» Tiene chufla que al ala más verde de nuestro gobierno ecologista, dispuesta incluso a sacrificar el puerto en nombre de una Albufera de la que se acuerda lo mismo que yo de ... santa Bárbara, le estalle el 'Burrogate'. Y mira que el plan era perfecto, digno del más ortodoxo conservacionismo: limpiamos el monte para prevenir incendios y además lo hacemos con un batallón de burritos rumbosos como el sabanero de nuestras viejas navidades, que cuatro patas siempre avanzan más que dos. Inimaginable sobre el papel que buena parte de la peculiar brigada forestal falleciera en accidente laboral. «¡Quién, como tú, Platero, pudiera comer flores... y que no le hicieran daño!» Cuando busque amodorrarse, mejor para la consellera Mollà ceñirse al guion clásico y contar ovejas; si le da por censar pollinos tiene el insomnio asegurado, pues a su tragicomedia sólo le faltaba la escena postcréditos. Ahora resulta que al ganadero, una vez llorados los muertos y retornados al redil los vivos, siguen faltándole burros, nadie sabe cuántos, como si se requiriera un máster para concretar tan exiguo inventario. Los que entran por los que salen, resumiría José Mota. «¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre!» El auténtico plan contra incendios de Mollà empezó el día en que acabó la broma macabra del Desert de Les Palmes. Con tanto borrico en torno, ha terminado ella creando los cortafuegos. A mí que me registren («mi reino por un caballo»), proclama mientras pone distancia con las llamas, dimitidos un director general y una jefa de servicio, investigado por la Guardia Civil el responsable del parque natural. «Si te mueres antes que yo, no irás Platero mío (...) al barranco del camino de los montes, como los otros pobres burros (...) que no tienen quien los quiera». El 'Burrogate' no derribará un gobierno, pero suma otra chapuza al fondo de armario del tripartito, atestado ya de prendas de temporada -tasa turística, plan anticrisis- y alguna que otra delicatessen de alta costura -el hermanísimo, los abusos, ese caso Azud que insinúa, sacrílego, la transversalidad de la corrupción-. «A mediodía, Platero estaba muerto. La barriguita de algodón se le había hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban al cielo». Juan Ramón Jiménez fue un visionario, aunque puestos a buscarle referentes culturales al Botánico, antes me quedo con el contemporáneo 'Shrek'. El burro, está claro, lo pone Compromís. Por su escora, Podemos se sentirá cómodo en el papel de ogro. Y al PSOE de acá y de allá, de cesión en cesión para conservar el poder, pintiparada le viene la galletita de jengibre.

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