Las playas de Normandía
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Los concejales de mi pueblo andan a la greña por el uso y abuso de las playas del Cabañal; y yo me acuerdo, tras las cortinas del encierro, de otra playa famosa, la de Omaha, en Normandía, bautizada así por los que planearon el Desembarco del Día D. Cientos de jóvenes se bañaron en ellas, en el lejano 1944; sin ganas, sin placer alguno, con mal tiempo y cuarenta kilos de equipo, tuvieron que pisar una playa erizada de alambres bajo una lluvia de balas. ¿Qué cosas, no? Qué contrastes. Los sargentos que empujaban a aquellos chavales a salir del agua, a no quedarse en la arena y trepar por las dunas, eran menos amables que los guardias de mi pueblo, tan hartos como razonables, literalmente hasta los riñones de aguantar los desplantes de los niñatos y las niñatas que quieren hacerse un selfie -¿está prohibido también?- para enviarlo a su casa.
Las playas de Normandía son diez veces más anchas que la de la Malvarrosa y generan un turismo mundial clave para el sustento de setenta municipios costeros. Además de los deportes marinos, hay legiones de viajeros que quieren conocer el escenario de la guerra mundial y que incluso no dudan hacerlo, vestidos como soldados, usando vehículos de época que se alquilan a propósito. Lo que ocurre es que la pandemia, como aquí, lo ha arruinado todo. En los primeros meses echaron el cierre y en mayo abrieron de nuevo, con la ilusión de alcanzar un verano reconfortante. Fue ahí donde los prefectos de Calvados y el Canal inventaron una solución intermedia: consentían una «fréquentation individuelle de la plage pour des activités dynamiques», pero no estaba permitida «toute activité statique, bronzage, pique-nique, sports collectifs».
Playa dinámica y playa estática: se podía surfear pero no sentarse a comer un bocadillo. Una refinada distinción que a lo mejor aquí podría dar buen resultado... el verano que viene. Con todo, no hubo caso: no se podía viajar como antes y el turismo normando quedó tan herido como el nuestro, pidiendo subvenciones. El 29 de octubre, además, llegaron las nuevas instrucciones del gobierno sobre un «confinamiento nacional» y las playas de Normandía, donde en 2018 ya estuvo prohibido bañarse por «contaminación biológica», siguen siendo hoy un imposible... Sin hacer cuenta de que hace diez grados y está lloviendo desde el pasado viernes.
Pero la batalla de mensajitos y alusiones entre Compromis y el PSPV sigue. ¿Playas? ¿Y los centros comerciales? Mientras escribo, entrevistan en la radio a un señor que dice que, en Valencia, o sea en mi pueblo, el problema está en que puede haber falta de hornos crematorios... Nunca imaginé que llegaría a escuchar algo así.
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