¿Por qué no podemos dejar de mirar el móvil?
Como un aviador ·
Secciones
Servicios
Destacamos
Como un aviador ·
Todos los lunes el móvil me envía una notificación en la que me indica el tiempo en que usé el teléfono la semana anterior. Siempre pienso en desactivar este informe, no porque sea poco preciso o porque lo considere incompleto, sino porque me enfrenta a una realidad que no me agrada demasiado. Y es que soy un adicto con todas las de la ley. Alguien que dedica más de tres horas al día al aparatito en cuestión no puede considerarse de otro modo. Es imposible no preguntarse en qué otras labores se podrían haber invertido esos valiosos minutos. Conviene, no obstante, no flagelarse al respecto.
¿Por qué nos cuesta tanto dejar de prestar atención al móvil? Los expertos, desde luego, dispondrán de datos más técnicos y certeros, pero mi impresión es que nos hemos convertido en una sociedad desapegada e inconformista. Nos cuesta conciliarnos fácilmente con lo que tenemos y apreciar lo que vivimos a cada instante. Porque, seamos sinceros, no nos mueve una necesidad imperiosa, que aquí la gran mayoría no somos ejecutivos demandadísimos. Es más sencillo construir nuestra propia realidad -encerrada en una pantalla- que hacer frente a la verdadera realidad.
Fotografiamos los paisajes o los platos en lugar de disfrutarlos, conversamos con personas que se ocultan tras 'nicks' en vez de atender a las que están realmente a nuestro lado físicamente, buscamos detalles sobre noticias que suceden a cientos de kilómetros mientras no hacemos ni caso a lo que acontece a nuestro alrededor. De este modo puede ocurrir que mostremos más interés por alguien cuando se encuentra en un emplazamiento remoto que si quedamos a tomar un café con él.
Esa obsesión por lo lejano y ese desdén por lo próximo nos hace comportarnos como seres maleducados y protagonizar acciones rocambolescas. Originamos sinsentidos y provocamos situaciones incómodas y disparatadas. ¿Es lógico que alguien compre un asiento en el vagón en silencio del tren y se pase el viaje hablando por teléfono? ¿Hay necesidad de acudir a un hospital y ser reprendidos porque nuestro aparato no deja de emitir sonidos? ¿Es de justicia que una actriz como Lola Herrera se vea obligada a interrumpir su actuación porque alguien haya decidido responder una llamada para confirmar que llegará más tarde a cenar? Convendremos que no. Y convendremos también en que todos habremos incurrido en alguna ocasión en uno de estos desafortunados casos. Porque además de lo mencionado también somos una sociedad tremendamente incongruente.
Igual ya va siendo hora de que nos convenzamos de que no está tan mal lo que nos pilla más cerca y, sobre todo, de que no vamos a tener tantas oportunidades de aprovecharlo como para andar despreciándolo a la mínima de cambio.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.