Urgente El Euromillones de hoy viernes deja un nuevo millonario en España y dos premios de 146.483,25 euros

Resulta difícil estimar cuántas manos hubieran ardido en el fuego después de que sus dueños afrontaran, con la misma solemnidad con que proclamaron estar dispuestos a perderlas, que la persona por la que introdujeron su extremidad en las llamas resultó no merecer semejante riesgo. Lo que ocurre es que dicen que la ponen por éste o por aquella pero luego no hay un sistema que reclame el cumplimiento de las promesas, ni que la mano vaya finalmente a parar a una caldera ígnea a modo de escarmiento. Además, como la promesa solo se refiere a una, todavía quedaría la otra para poder apañarse con las cosas básicas de la vida, llegado el caso es mejor ser manco con honra. O lo fue en tiempos pretéritos en los que las palabras resonaban con otra fuerza y no se empleaban con la ligereza de los tiempos presentes. Y, entre lo importante, sin duda, se halla la posibilidad de escribir. Y de hacerlo a mano. Que como intuimos, y prueban diversos estudios científicos, resulta fundamental para el aprendizaje de los seres humanos. Dicen que el uso de un lápiz o un bolígrafo incrementa la actividad de las partes central y posterior del cerebro y permite trabajar los conceptos a un nivel mucho más profundo que si se escribe sobre un chisme de esos electrónicos. Estoy convencido de que también, de algún modo, modifica el estilo de los textos y que de esa conexión directa entre la pluma y las neuronas surgen destellos que se pierden al aporrear un teclado. No se trata, claro, de renunciar al futuro, sino de no perder de vista estas evidencias, de no empobrecer nuestras ya deterioradas capacidades cognitivas. No olvidemos la importancia de las manos, ni las pongamos en el brasero por quienes no son de plena confianza.

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