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Winston Churchill fue un líder político lúcido de lengua ácida, exquisita elocuencia y, por supuesto, humor inglés -valga la redundancia-. Solía referirse al que fue su rival Clement Attlee como un tipo modesto con muchas razones para serlo o un «cordero con piel de cordero». ... El estadista británico concedió a las palabras una importancia capital, como refleja cada pasaje de su biografía. De hecho, su «dominio de la historia» y su «brillante y exaltada oratoria en defensa de los valores humanos» fueron algunos de los motivos por los que en 1953 le concedieron el premio Nobel de Literatura. Churchill indudablemente cultivó el estilo de su retórica ensalzando el poder ilimitado del lenguaje. El mandatario es uno de los personajes del siglo XX más mencionados. En España muchos políticos -Albert Rivera era un asiduo- han recurrido a sus citas, como si pronunciando un fragmento de un discurso de Churchill quedaran automáticamente impregnados de su reputación, una consideración que, por cierto, escasea en nuestro Parlamento, instalado en una política de bajura. Cada vez que hay un día señalado se constata el espectáculo propio de circo romano en el que se ha transformado el Congreso de los Diputados. La última sesión de control al presidente del Gobierno provocó, de nuevo, un esperpéntico cara a cara fuera del tono que merece la cámara baja y, por tanto, los ciudadanos. El líder de la oposición quiso acorralar a Pedro Sánchez ante el estratégico silencio del jefe del Ejecutivo en el caso del acoso a la familia de Canet de Mar por pedir un 25% de clases en español. Ante las evasivas de Sánchez («Señor Casado, ¿cuántos cafés lleva usted ya?») Casado le interpeló de este modo: «Mire, como diría usted, ¿qué coño tiene que pasar en España para que asuma alguna responsabilidad?». Lo que hizo en realidad el líder popular fue parafrasear al propio Sánchez cuando en 2015 como secretario general socialista, tras visitar algunas zonas inundadas por la crecida del Ebro, dijo: «¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy salga de la Moncloa y pise el barro?». La interjección fue malsonante cuando Sánchez la pronunció en la calle durante una atención a los medios de comunicación -en ese formato que los periodistas denominamos 'canutazo'- y fue malsonante en la cámara baja donde, por cierto, tampoco era la primera vez que se escuchaba. El «coño» de Sánchez formaba parte de la hemeroteca, en la sección de política nacional, y, ahora el «coño» de Casado además de constar también en esa hemeroteca, quedará reflejado en el diario de sesiones.
La primera reacción de Francisco Igea, hasta ayer vicepresidente de la Junta de Castilla y León, al enterarse de que el popular Alfonso Fernandez Mañueco rompía el pacto con Ciudadanos en aquella autonomía y convocaba elecciones fue -en directo, en Onda Cero- la siguiente: «¿Qué cojones piensas de tu población?»
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