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Ojo, políticos en campaña

ROSEBUD ·

¿Y si trabajamos sólo el miércoles, convertido en lunes y viernes a la vez?

Antonio Badillo

Valencia

Miércoles, 1 de junio 2022, 00:08

Trabajar menos y cobrar lo mismo, ¿cómo no se nos ocurrió antes? De hecho, el plan de las 32 horas semanales podría ser embrión de otro aún más ambicioso, el de las 24, porque no sé tú, pero a mí se me atragantan por igual ... los viernes y los lunes. Con el jueves no tengo problema, aunque lo tendré si se reduce la semana laboral a cuatro días, pues en tal caso será viernes pese a que le sigan llamando jueves. Algo similar sucederá con el martes si prospera mi moción y hacemos festivo el lunes, ya que pasará a ocupar su incómodo lugar, de modo que propongo currar sólo el miércoles, quizá a media jornada para no estigmatizarlo, convertido de pronto el pobre en lunes y viernes a la vez; todos bien centraditos e hiperproductivos, más nórdicos que un edredón de Ikea..., salvo que seamos camareros y ese día toque descanso del personal, claro. Volvemos al debate entre lo importante, cuanto concierne a la conciliación familiar lo es, y lo esencial, en este momento reconstruir la economía devastada por una burbuja, una pandemia y una guerra. Marcar rumbos a espaldas de quien genera empleo, como ya aconteció con la tasa turística, no parece inteligente excepto si incluimos en la ecuación dos nuevas variables, la prisa y la oportunidad. Cabalgamos hacia una incierta triple cita electoral, el Grand National que se decidirá por una crin y a tarascadas, y lo provechoso hoy es distraernos con debates que soslayen lo indiscutible, nuestra condición de partículas en medio del caos. Político, económico y social. Es tiempo por tanto de gestos y nada pone más a la progresía que espolear los ijares del empresariado. Mi sistema inmunológico previene de la sonrisa de temporada y los políticos en campaña -la de Valencia a un año vista es desaforada-, confundido el gremio ante las urnas igual que Dinio por la noche. Históricamente todo se vuelve por estas fechas irreal: el striptease de Albert, los bailoteos de Miquel y Soraya, Mariano imitando a García Bragado, Isabel y sus mallas de runner o el PSOE siempre pendiente del armario, la chaqueta de pana de Felipe, la chupa de cuero de Trinidad, ahora el austero atuendo de faquir de Pedro, obligado por sus miserias a emular a Paco Roig para presumir de 'equipaso' mientras dormita sobre su cama de clavos. Y entre el artificio emerge nuestro Joan, agua mineral natural sin gas, quien según avanza la bruma electoral muta en Ned Flanders, «hola, holita, vecinillos»; aunque sin oír una misa, que el domingo es de la bicicleta. ¿El futuro? Un «embolat guapo». ¿El balance de la legislatura? «Chulo». Que Montesquieu siga reposando, pues no puedo imaginar radiografía más honesta del perfil de la política que nos tutela, plano como la Tierra mitológica. Chachipiruli, alcalde.

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