Poquet a poquet
MARCADOR DARDO ·
Tras siete años de presencia de Meriton, no estamos en el momento de valorar gestos idiomáticos de bienvenida. Es el momento del epílogoMIQUEL NADAL
Lunes, 6 de diciembre 2021, 00:41
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MARCADOR DARDO ·
Tras siete años de presencia de Meriton, no estamos en el momento de valorar gestos idiomáticos de bienvenida. Es el momento del epílogoMIQUEL NADAL
Lunes, 6 de diciembre 2021, 00:41
De seguir la construcción de aquella frase de Albert Camus, pero cambiando la dirección, el fútbol también es capaz de enseñarnos muchas cosas sobre la ... debilidad humana. Mi capacidad para el asombro no tiene límites, y la inocencia de algunos aficionados del Valencia para tragarse cualquier anécdota, estrategia de despacho de manual, clama al cielo. Uno comienza a estar harto en diminutivo, de los gestitos inútiles, de las concesiones que nada significan, de los símbolos que comprometen en minúscula. Sorprende incluso que personas militantes de la recuperación del valenciano, se cieguen y celebren lo que en el fondo no es sino una manera como otra de tapar las vergüenzas aprovechándose de una causa noble. El talón de Aquiles de las grandes causas se ubica siempre en su enorme eficacia para blanquear las grandes farsas, y en esto no hay otra manera de identificar su carácter que su nobleza y autenticidad, y puede que se me haya escapado algún detalle, pero igual es que los del poquet a poquet, cuando bailaban en el palco de Anoeta se movieran al ritmo del último éxito de La Fúmiga, y yo no me haya enterado. Quizá debajo del tres cuartos lo que se esconden son vocabularios del Ferrer Pastor. Cuando uno es corrupto, mediocre o incompetente, saber varios idiomas solo multiplica su capacidad para exhibir su naturaleza, y hasta es posible ser honrado en un único idioma, que para mi, si silencias a tus aficionados en las redes sociales, o haces que su presencia en la Junta General de Accionistas sea imposible me da igual que digan una frase ritual, como si se sacan el Elemental de la Junta Qualificadora de Coneixements del Valencià, o se saben de memoria el Espill de Jaume Roig. Como poco, la estrategia de división ha tenido algún efecto, y siempre hay algún incauto que reclama, y te exige, con prosopopeya patriótica, que valores el detalle, como si fuera un gesto apreciable de parte de quien practica la censura y apura el tiempo de descuento en Mestalla. Tras siete años de presencia de Meriton, no estamos en el momento de valorar gestos idiomáticos. Ni significa nada, ni sirve de nada. No estamos en el prólogo de ninguna historia sentimental, de empezar a conocernos. Siete años es tiempo de sobra para saber que no funciona, y uniendo la línea de puntos de las pruebas se dibuja el riesgo de desaparición del club. Es el tiempo de la despedida, del epílogo. En lugar de valorar gestos convendría que nos limitáramos a los hechos, y explicar en todos los idiomas posibles del mundo que ya está bien, y por si fuera poco, que la dignidad del valenciano no sirve para maquillar los ataques a la dignidad y al futuro del Valencia. Cualquiera está en su derecho de opinar lo que estime conveniente sobre la oposición a Peter Lim, y hasta de creer que por el solo hecho de pensar diferente de la mayoría, la mera diferencia le aporta una pátina singular, y que es una persona menos gregaria, pero los últimos de Filipinas del apoyo a Meriton deberían saber que ahora, precisamente ahora, no decir que no, y sacar de paseo el según cómo, y el depende, y el habría que ver, y habría que dejarlos, y habría que ponerlos, equivale a decir que sí. Y al final no tendrán ni siquiera el detalle, el descuentito del pase. La única lengua que interesa a Meriton es el silencio, la lengua feudal del vasallaje, o si acaso el fondo sonoro del hilo musical bancario, el sonante que empieza aquí, mira la boleta del poquet a poquet, y se convierte en constante en otro sitio. Lo cierto es que desde el primer día, incluso antes de venir, Meriton estaba a lo suyo. De la mata al perol. De la gespa a la butxaca. Sin fallar un solo día.
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