Todo es posible en Les Corts, pero no tanto
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Me preguntaban el viernes si era posible que en Les Corts pasase lo que ocurrió el jueves en el Congreso de los Diputados. En la ... Cámara valenciana puede pasar cualquier cosa, esa frase adorna la pared de las oficinas de uno de los grupos parlamentarios, supongo que para estar preparados frente los acontecimientos probables, improbables, imposibles e increíbles. ¿Que si se equivocan en las votaciones? Tanto como en Madrid. ¿Que si sería posible que unos diputados dijeran que votan sí y luego votan no, o al revés? En las últimas legislaturas no ha pasado. Y eso que hay seis grupos distintos, lo que no está mal para repartirse 99 escaños. La proporción es similar a la del Congreso, con más de 300 sillones y 19 siglas representadas. No obstante, como pasa en los pueblos, en Les Corts el personal se conoce más que en el Congreso, donde hay mucha más frecuencia de paso, como en las estaciones de metro. Los que vienen de muy lejos, como Eva Ortiz (PP), viajan desde Orihuela, que cerca no está, pero que comparado con la distancia que hay entre Madrid y Huelva (no digamos Canarias), pues es casi un paseo.
Es posible, por ejemplo, que si en Ciudadanos se vieran en un brete de votar junto al Botánico alguna cosa muy trascendente hubieran problemas. Pero se ve venir. Engañados, pocos. Entre los naranjas queda alguno que casi se fue con los cinco que liaron el petate hace un año, pero en cualquier caso es una situación ya conocida. Sin sorpresas. En cada grupo parlamentario tienen su 'enfant terrible'; en algún caso más de uno, pero son obedientes. En el PP, cuando no se han sentido respaldados (Bonig) o se han visto ya de salida (Ciscar), se han pirado y adiós muy buenas. También en Vox tuvieron sus desajustes iniciales, pero ahora ahí todo el mundo aprieta filas. E igual pasa en la bancada del Botánico. Que a Josep Nadal le repatea el ten con ten de los socialdemócratas y que Mònica Àlvaro hubiera firmado muy a gusto la carta que afeó a Baldoví que votase a favor de la reforma laboral (y menos mal, para sus postulados de izquierdas, que lo hizo, porque si no ahora estarían sudando tinta para intentar justificarse, como casi les pasa a los de ERC). Eso es cierto, pero vamos, hasta Papi Robles, que se dice próxima a la CUP, ahora que es síndica hará de tripas corazón y pactará lo que sea necesario con el síndic socialista, Manolo Mata, que también en su día se tapó la nariz con varias leyes podemistas, y las votó a favor. Vamos, que sí, que pasar puede pasar, pero que a estas alturas de la película todos los papeles están repartidos. Y mucho menos con asuntos trascendentes de verdad. La bronca es previa. A la hora de votar, poca broma.
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