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El mal del Premier

Voz en off ·

MARÍA RUIZ

Viernes, 18 de octubre 2019, 07:40

El presunto acuerdo de Reino Unido y la UE para el Brexit ha costado, por ahora, más de tres años, dos primeros ministros británicos, la capitulación de un tercero que salió bravío de toriles para acabar humillando y el cabreo monumental de una sociedad que sólo se alteraba cuando las pintas no estaban lo suficientemente tibias.

Los británicos tienen la mala costumbre de poner a prueba a sus primeros ministros. A Thatcher los mineros le paralizaron durante todo un año la industria del carbón en uno de los hitos históricos de la isla. Ya diez años antes, habían derribado a otro conservador, Edward Heath, durante una huelga anterior. La 'dama de hierro' venció, pero se ganó también los odios del continente por la simpatía que los sindicalistas despertaron dentro y fuera de las fronteras inglesas.

Tras conseguir el alto el fuego del IRA, John Major gozó de mayor popularidad que el mismísimo Churchill. Pero una guerra fratricida en su partido se lo llevó por delante y el neolaborismo de Blair le venció en las urnas. Un Tony Blair que más tarde vivió ese rechazo popular durante la guerra de Irak. Yo misma lo vi entonces acorralado en una rueda de prensa. Los periodistas británicos lo pusieron contra las cuerdas con sus preguntas sobre las armas de destrucción masiva de tal manera que las gotas de sudor le empezaron a correr por un rostro enrojecido no se sabe si por la ira contenida o por saberse al descubierto. Una y otra vez luchaba por zafarse y una y otra vez era obligado a enfangarse.

Finalmente está David Cameron, el primer ministro más ignominioso en años, causante del despropósito actual y por quien sus conciudadanos invocan al Shakespeare de 'La tempestad': «El infierno está vacío, todos los demonios están aquí».

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