El presidente sandía
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El PSOE perderá su guerra en la calle, donde la solía ganarLa imagen del gachó, camisa abierta sobre el ombligo, generosa pelambre mecida por la brisa del Mar Menor, se agigantaba en el retrovisor hasta que llegó a nuestra altura. Bajo el sobaco portaba una enorme sandía y al alcanzar el viejo Ford Fiesta, allí hacinadicos ... los cinco domingueros sin más aire acondicionado que el que proporcionaba una manivela, depositó su hidratante petate en el capó, anudó el cordón de una zapatilla y se largó canturreando, dejándonos por legado la gran cucurbitácea. Como nadie, cosas del calor, reparó en advertir de su olvido al despistado mecenas, aquel bicharraco se incorporó al rancho. Pero este menda ni lo cató, porque al contrario que a González Pons, padre de la 'política sandía', verde ecologista por fuera y rojo corazón en su interior, detesto el melón de agua. Eso que gano, convertido hoy en agujero para el bolsillo, su corteza esmeralda y las pepitas oro. Algún día, como en aquel popular formato radiofónico, cada canción atrapará un recuerdo, infausta banda sonora. Qué le pasó a mi peseta, que ahora vale tres reales, pregunta Juanito Valderrama al surtidor de gasolina. ¡Un chanchullo del Gobierno para que compremos coches eléctricos!, malmete conspiranoica una anciana desde la cola de la carne. Debe de ser divertido el mundo de los ricos, fantasea Abba, ante lo que Sánchez, por una vez certero, diagnostica: este Gobierno es molesto. Todos merecemos vivir bien, recuerda la declaración de la ONU a 2,7 millones de españoles en cuyo hogar no entran mil euros al mes, mientras Sinatra endulza el desvelo de los extraños en la noche que roban horas al amor o el descanso para poner lavadoras. Adiós papá, consíguenos un poco de dinero más, sugieren Los Ronaldos al hijo que envejece bajo el techo que lo vio nacer. Y demuestran luz y gas que la única excepción ibérica es el jamón. Y el BCE pronostica recesión. Y el euribor tensa la hipoteca. Y la anciana de antes trampea ahora en la caja para pasar por banana el plátano. Y los gurús hablan de psicología de la inflación. Y los transportistas velan armas. Y se pira el gerifalte del INE porque en Moncloa no se creen su IPC y su PIB, maldita sopa de letras. El dinero hace girar el mundo, sentencia Liza Minnelli. A esa ley casi física se agarra el Gobierno para voltear su tortilla electoral, amparado en un plan que ante la falta de ajustes estructurales más parece anticrisis política que económica. Y sea mañana hambre lo que hoy se vuelve pan, a euro y medio la barra. Si el camino de Oltra partió de un jardín, el Botánico, para acabar en otro, el del Turia, el PSOE perderá su guerra en las mismas calles donde solía ganarla. Y todo por el presidente sandía, aunque del revés; muy rojo en apariencia pero verde su pulpa de pura inmadurez.
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