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El prestigio nunca ha tenido color. Era un concepto ambiguo que dependía, con suerte, de los méritos de cada uno, aunque a otros les llegaba por herencia familiar asociada en la mayoría de casos a cuentas corrientes boyantes. Considerábamos prestigiosos a catedráticos, médicos, investigadores o ... letrados, que por sus trabajos o estudios académicos conseguían esta distinción. También a artistas o escritores, que lograban el título por todo lo cosechado en sus carreras.
Todo esto cambió cuando twitter y otras redes sociales se sacaron de la manga la famosa verificación, que otorgaba una distinción a personas célebres. En su mayoría eran usuarios con muchos seguidores que precisaban de una señal que los distinguiese del resto de los mortales. Fue entonces cuando el prestigio se tiñó de azul. Un check azul diferenciaba a los seres prestigiosos de los mundanos. Había quien necesitaba verificar su cuenta porque se entendía que otros podían hacerse pasar por ellos, mientras otros pasábamos de esta acción porque sabíamos que nadie iba a suplantar nuestra identidad. Porque no somos nadie.
Lo lógico hubiese sido que cualquier red social hiciese obligatoria la verificación de los datos personales de los que fuesen a utilizarla, con el fin de garantizar que se hiciese un uso responsable de ella, y para evitar a 'trolls' que se dedican a desinformar y a gente que, camuflada en el anonimato, se dedica a insultar, increpar y acosar al resto de usuarios. Pero no, este proceso no era un trámite imprescindible. La verificación ha sido optativa y asociada a la popularidad.
Estos días se habla de ella porque ha llegado dueño nuevo al cortijo, Elon Musk, y ha decidido cobrar por ella, porque es de los que creen que el prestigio tiene un precio. Y tal vez tenga razón. Muchos de los que lucen el check azul han salido desairados, aseguran que no desembolsarán ni un duro por mantenerla y auguran un descalabro de la red social. Veremos si se equivocan o son más listos que uno de los hombres más ricos del mundo. Eso el tiempo (y tal vez twitter) lo dirá.
Lo más curioso ha sido el argumento que Musk ha dado (por supuesto en un tuit) para tomar esta determinación. «El actual sistema de señores y campesinos de Twitter para saber quién tiene o no una marca azul es una mierda. ¡Poder para el pueblo! Azul por 8 dólares al mes», ha escrito.
Con esto se supone que quiere democratizar el sistema, haciéndole accesible a cualquiera más allá del número de seguidores que aglutine. Pero es una falsa democratización porque dependerá del dinero que se acumule en el bolsillo. Si de verdad quisiera que esta opción -de dejar claro quién está detrás de cada cuenta- estuviese a disposición del usuario pobre y del rico la habría ofrecido gratis. Pero el prestigio también debe cuadrar las cuentas a final de mes.
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