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Me parecería maravilloso que Sanidad ampliase el programa de detección primaria del cáncer de mama hasta los 74 años. Ahora, en teoría, atiende a mujeres ... de entre 45 y 69 años. De la teoría a la práctica va un trecho de cruel realidad. La de la madre de Hugo, que le llaman ahora, a los 47. Sobre el papel, se alarga el programa, pero en el día a día se empieza con años de retraso. Es lo que hay. A mí me pasa como a Woody Allen frente a la realidad, que la odio a veces, pero es el único lugar donde uno se puede comer un buen filete. Debemos congratularnos de disponer de un sistema público sanitario que cubre cosas que en otros países están reservadas sólo para los ricos. Aquí, con carencias, se va haciendo camino. Habría que pedir, por tanto, que los políticos sean contenidos respecto a aquello que en realidad se materializa con mucha más dificultad de lo que la propaganda está dispuesta a admitir.
Por cuestión de edad, muchas de mi quinta ya han pasado por la revisión, y todas han constatado que el programa que se supone que empieza a los 45 se retrasa un par de años, en muchos casos. A lo mejor es que en mi entorno tienen muy mala suerte con la Sanidad. También la tenemos con la Educación. Esa conselleria que anuncia año tras años que baja el ratio de alumnos por aula no parece que tenga competencias en mis alrededores. Llevo visitando el mismo colegio de Primaria desde hace 12 años sin que las clases hayan experimentado ese mágico descenso que se anuncia tan sistemática como inexistentemente. Llevo dos legislatura oyendo hablar de que se acabaron los barracones y una de mis hijas hizo Primero de la ESO en uno de ellos, ya está en Cuarto y no saldrá del instituto viendo cerrarse los barracones de su centro. ¿Más? Al marido de mi vecina de la puerta siete le dio un subidón de tensión el jueves e hizo lo que debe pero no lo más eficaz, porque fue al centro de atención primaria. Le han dado hora para el especialista para dentro de 20 días. La pareja tiene cinco hijos. Espero y deseo que no se queden huérfanos, pero creo que esperar tres semanas después de un mal trallazo no es lo mejor.
No me quejo de los servicios públicos, sino de que se manejen las estadísticas de manera torticera y con intenciones electorales. Es algo bastante miserable, aunque peor sería vivir en uno de esos países, de esos que aparecen en el listado de superpotencias, donde apenas cuidan a sus ciudadanos cuando se enferman, se quedan sin trabajo o no disponen de recursos para llevar a sus hijos a colegios donde se crían las élites. Esas que allí, pero aquí también, retuercen la realidad para mantenerse en el poder.
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