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No sé qué es más sorprendente, que la EMT -una empresa pública de transporte urbano- sea la entidad responsable de la reforma de la plaza más emblemática de la ciudad (así ha quedado) o que presente un ERTE y no consiga que la Generalitat se lo apruebe, siendo que al final la tramitación de estos expedientes depende de la secretaría autonómica de Enric Nomdedéu, que no sólo es un hombre de la casa, del mismo partido que el presidente de la EMT, el ínclito Giuseppe Grezzi, sino que además es adicto a la causa, un devoto del patinete con el que cada día acude a su puesto de trabajo. Pero ni por esas, ni teniendo amigos al otro lado de la ventanilla consigue el concejal de Movilidad sacar los temas adelante, resolver los problemas, demostrar un mínimo de capacidad en la gestión de los asuntos públicos. Todo ello por no hablar de la dudosa legalidad de que una empresa pública presente un ERTE y que ha sido puesta en entredicho por un juzgado de Vitoria. Al fin y al cabo, para que en este caso un ayuntamiento no se haga cargo de parte de los sueldos de los trabajadores de la compañía, se transfiere la responsabilidad al Estado, es decir, el dinero sigue saliendo de la esfera pública, o lo que es lo mismo, de los impuestos de los ciudadanos. Supongo que el partido de Grezzi, hablo de Compromís, dirá que una cosa es Valencia y la otra «el Estado», la malvada España que también nos roba, como a los catalanes, pero el caso es que no todo el mundo, ni todos los jueces, lo entienden así. En cualquier caso, es lo que ocurre cuando uno no está en lo que está sino únicamente en lo que le interesa. ¿Y qué le interesa a Grezzi y a su protector, el alcalde de día Ribó? Pues de la EMT no le interesan mucho los conductores, no hay más que ver que tras más de tres meses de pandemia todavía no han sido capaces de instalar mamparas fijas en los autobuses, que mantienen el cutre-plástico pegado con cinta aislante como medida de separación entre el chófer y los viajeros. Y no será que no podían haber recurrido a procedimientos de urgencia para la contratación e instalación de estas mamparas, una táctica que al parecer queda reservada para la reurbanización de la plaza y para la compra e instalación de los tubos de hormigón ensamblados que a modo de maceteros salpican y afean el espacio urbano más céntrico y concurrido de la ciudad. Ahí sí había prisas, y, consiguientemente, en desviar un montón de líneas que antes pasaban por la plaza y ya no lo hacen. Con el fin de cubrirse las espaldas, pusieron en marcha una campaña de información en algunos puntos del centro... ¡durante los días del confinamiento!, cuando los autobuses viajaban vacíos, Esas son sus prioridades.
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