Directo Un afortunado gana 119.480,72 euros en un municipio de apenas 2.500 habitantes

Sorprende que la superficie citrícola valenciana no baje tanto como sería de imaginar a la vista de tanto campo abandonado, donde es evidente la quiebra ... que los deja sin cultivar. Ni cae apenas la superficie global dedicada a cítricos ni se reduce la capacidad productiva del sector. ¿Cómo se explica la aparente paradoja?

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La superficie citrícola de la Comunitat Valenciana se sitúa hoy en unas 160.000 hectáreas, en números redondos, lo que representa una reducción global de casi 20.000 sobre el 'techo' que se alcanzó hace décadas, cuando se daba por buena la cifra de 180.000, o casi.

Sin embargo, la sensación que se obtiene al ver la sucesión de huertos que han dejado de cultivarse por todas partes parece contradecir los datos. Cualquiera podría aventurar cifras mayores que dejaron de cuidarse, a la vista de lo que se aprecia yendo por cualquier carretera, sobre todo en las proximidades de núcleos de población; y no digamos lo que ha sucumbido bajo la expansión de pueblos y ciudades, polígonos industriales, autovías, rosarios de rotondas...

Del mismo modo encontramos que la producción citrícola valenciana está asentada o incluso se atreve a subir algo, según años alternos, lo que también contradice en apariencia la reducción de superficie.

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La explicación a todo esto es que, mientras desaparecen unos campos surgen otros nuevos, más grandes, modernos, viables y productivos. Se registra desde hace tiempo un proceso de sustitución: pérdida de superficie cultivada en zonas más urbanizadas y cercanas al litoral y crecimiento en otras áreas tierra adentro. Esteve Tomás, que presidió la Confederación Hidrográfica del Júcar en los años 90, ya advirtió que «la huerta valenciana se está trasladando». Y un exportador citrícola acuñó este concepto: el cierre de una sucesión de pequeñas parcelas justifica que una sola iniciativa invierta en una explotación que equipare o incluso gane en superficie; cien campos de diez hanegadas que dejan de cultivarse pueden ser sustituidos por una finca de mil en otro sitio.

En medio queda el drama silencioso de tantos agricultores que, por edad, falta de dimensión apropiada, ausencia de continuidad o imposibilidad económica para seguir, se ven abocados a cerrar.

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