Borrar
Urgente Muere el cirujano Luis Senís, condenado por tráfico de drogas y salpicado por un escándalo sexual

El profesor de gimnasia

Héctor Esteban

Valencia

Sábado, 26 de agosto 2017, 10:15

El profesor de Educación Física siempre era una rara avis en el grupo de maestros. Por lo menos, en mi colegio, Escolapios de Micer Mascó, el profesional con chándal siempre buscó entre la chiquillería a deportistas de élite en potencia. El mayor ejemplo siempre fue don Emilio Ponce. Nunca dejó de trillar con el objetivo de hallar a futuras promesas. A un tal Zarco de mi clase lo tuvo durante un tiempo liado con el salto con pértiga como actividad extraescolar. Ponce husmeaba sin parar para hallar a un velocista o un fondista entre la lista de la A a la Z. Fue un maestro de maestros. Reconozco que tuve mi momento de gloria. Ponce paró una clase al verme superar el potro. Dijo que nunca había visto saltar a alguien así, con tanta solvencia. Me mandó repetir para exhibirme ante todos mis compañeros. Nunca igualé el salto inicial. Para Emilio Ponce fui un espejismo. Mi primer profesor de gimnasia fue Francisco Esplá. Me dijeron no hace mucho que había fallecido. Era un enamorado del balonmano, y por eso cada vez que salíamos con el chándal verde del Calasanz al patio buscábamos la portería contraria con las manos. En el patio porticado pequeño el señor Puig trataba de encontrar a futuros profesionales del voleibol, un deporte no apto para enanos. Siempre me pregunté cómo podía existir un tío interesado por un deporte tan secundario por estos lares y empeñado en cincelar a futuros profesionales. Cada dos por tres, la red en altura y los postes interrumpían la plácida vida del porticado, el lugar en el que Víctor Luengo -compañero del A cuando un servidor formaba parte del pelotón de desarrapados del C- empezó a dibujar sus primeros mates. El señor Puig, si nadie me corrige, fracasó en su empresa. En pleno tránsito por la EGB me topé con Paco Torán, otro enfermo del balonmano. Estoy convencido de que pudo haber hecho a Luengo profesional de este deporte. Pero entre los futboleros todos preferíamos a Jorge Simó, el preparador físico del Valencia de Hiddink, lo más cercano que podíamos estar a nuestros ídolos. Cuando a Simó le daba por que jugáramos al fútbol, nos esforzábamos para que viera en nosotros a potenciales jugadores de fútbol. La bendita ignorancia, esa a la que siempre aludía mi padre. Aquellas clases de gimnasia fueron lo más cerca que estuve de jugar en el Valencia. Mi carrera se quedó en el lateral derecho de uno de los terrenos de tierra/piedra a la altura del Pont de Fusta con el cadete del primitivo E-1 Valencia. Una temporada duró mi carrera. Al menos, de los Escolapios de Micer Mascó llegaron el citado Víctor Luengo -leyenda del Valencia Basket- y por aquella EGB pasaron tipos como Juan Carlos Garrido, Raúl Garrido y Nacho Cortina. Tampoco me olvido de Luis López. Algunos vistieron la elástica del Valencia.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias El profesor de gimnasia