Urgente La Lotería Nacional de este sábado deja el primer premio en tres municipios afectados por la dana en Valencia

Se ha puesto de moda que activistas contra el consumo de petróleo manchen cuadros importantes, como 'Los girasoles' de Van Gogh o 'La joven de la perla' de Vermeer, con distintos jugos: tomate frito, salsa de albóndigas caseras y pronto hasta caca, supongo. Y que, tras extender su unto de protesta sobre una obra de arte, mientras pronuncian un discursito moralista ante los teléfonos móviles de los espectadores, saquen un tubo de adhesivo industrial y peguen sus manos al marco con la intención de que a los guardianes del museo les cueste separarlos. Contemplar cómo sudan estos pobres empleados públicos para arrancar del cuadro las manazas de los gamberros me trae a la memoria esa famosa última vez que estuve en la Moncloa; también entonces me indignó encontrarme a un Pedro Sánchez descorbatado, dado que él lucha guapo contra el calentamiento global, dejándose servir agüita fresca por una bedel ahogada, ella sí, por la corbata oscura de su uniforme, todo eso bajo un aire acondicionado a temperatura de crematorio. La superioridad ética que otorga el ecologismo a los bobos se traduce en clasismo ordinario, de nuevo rico.

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Quienes viven de un sueldo estrecho no se permiten ser ecologistas de salón, la virtud verde moqueta pertenece a cierta élite con duros para presumir. Los terroristas del arte de «JustStopOil» están financiados por niños ricos que limpian su conciencia por cómo hicieron la fortuna sus abuelos ensuciando las vistas de los demás, que van a cagar a casa de otra gente, vaya. Cualquiera de los patrocinadores de estas barbaridades podría tener un Botticelli en su mansión, pero en lugar de estropear sus colecciones privadas ponen en riesgo las de los museos, esas de las que el común sacamos los calendarios bonitos de la cocina. Estos aguafiestas del arte ya han desmerecido y chorreado al menos tres pinturas cuyas reproducciones alguna vez colgamos en casa de mi madre o en la clínica de mi padre, ¿se os ocurre otra forma más fatua de llamarnos paletos?

El tiburón disecado por Damien Hirst, el lienzo autodestruido de Banksy o el eccehomo de Borja demuestran que en el arte contemporáneo la reconstrucción forma parte de la creación, conque yo propongo no quitar del cuadro famoso a los dos próximos gilipollas que, después de vomitarle encima para luchar contra el cambio climático, se peguen al marco con cola de carpintero. Que formen parte de la obra de arte por una temporada, que nos diviertan con sus caras, que nos sugieran nuevas formas de expresión corporal. Ay, Dios, ¡si los imbéciles cotizasen en Sotheby´s quién querría vender lotería!

Quienes viven de un sueldo estrecho no se permiten ser ecologistas de salón

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