Aunque usted pueda pagarlo... Europa no puede
CUARTO MENGUANTE ·
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Lo de tener que apretarnos en firme el cinturón por culpa del encarecimiento de la energía no es nada nuevo, ya ocurrió a partir de ... octubre de 1973, cuando a raíz de la guerra del Yom Kipur el barril de petróleo pasó ¡de 3 a 12 dólares! Sí, se cuadruplicó el precio en poco tiempo, pero ayer lo teníamos a 95.
En realidad el petróleo nos está dando cierto respiro en las últimas semanas; ahora es el gas el que siembra gran inquietud y, sobre todo, la enorme dependencia de gran parte de Europa del gas de Rusia, que restringe el suministro y amenaza con cortarlo del todo.
En los años 70, el gas pintaba muchísimo menos entre nosotros, más allá del gas ciudad, donde había red urbana, y las bombonas de butano. Se gastaba sobre todo para cocinar y en menesterosas estufas, como sigue ocurriendo hoy en tantísimos hogares, y ni se oía hablar de grandes gasoductos intercontinentales, barcos metaneros, estaciones marítimas de regasificación y enormes turbinas alemanas reparadas en Canadá.
No hacía mucho que en las cocinas de los pueblos españoles se habían sustituido infiernillos de petróleo o de serrín por la modernidad del fuego alimentado por pequeñas bombonas de gas que hoy se relegan a soluciones de cámping y aventura.
Aquella crisis nos llegó algo en diferido a España por decisión del Gobierno tardofranquista, que prefirió no incordiar de momento a la ciudadanía y aguantar a ver si escampaba. La televisión nos mostraba imágenes de toda Europa en las que se veían multitud de coches aparcados por obligación mientras jóvenes y mayores tenían que pedalear en bicicleta. A diferencia de lo que pasaba en Holanda, Bélgica o Alemania, aquí reinaba libertad de consumo energético y el régimen alardeaba de que la «tradicional amistad hispano-árabe» garantizaba un normal abastecimiento petrolífero.
La diferencia de costes se la 'tragaba' el erario público para no enfadar a nadie, a ver si el problema se arreglaba pronto y el roto quedaba en un 'siete' que se pudiera zurcir. Pero la solución no llegaba y el Gobierno tuvo que adoptar tarde restricciones más duras que las que antes veía innecesarias. Además de ponerse el combustible por las nubes, ya se decretó entonces el apagón de escaparates, incluso se apagaron farolas de calle, y algo que de momento no se dice, pero acabará llegando si esto dura: se prohibió jugar partidos de fútbol de noche. El eslogan concienciador oficial decía: «Aunque usted pueda pagarlo, España no puede». De otra forma, nos dicen e imponen hoy cosas parecidas: 'Aunque usted pueda pagarlo (el aire acondicionado, el escaparate...), Europa no puede'. Salvo lo del aire, que entonces apenas había, es lo mismo. Prepárense.
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