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Las puertas de Mordor

Rosalía, muy interactiva con un público entregado, hizo uso de su catalán barceloní poligonero

Martes, 26 de julio 2022, 00:43

Rosalía llegó a Valencia, vio y venció. La de San Cugat del Vallés es una artista talentosa a la que adornan una esmerada imagen -en ... su estilo choni- y un show en directo espectacular. No pasará a la historia de la música por tener la elegancia de Frank Sinatra en un especial televisivo navideño ni por poseer la aterciopelada voz de Barbra Streisand, pero para gustos colores. Además, lo suyo también pasará de moda. En su concierto del sábado 16 de julio en la Marina Real se mostró muy interactiva con un público entregado al que se dirigió en multitud de ocasiones. Las más de las veces en español, pero también haciendo uso de su catalán barceloní poligonero con sus «si us plaus» y otras expresiones de la lengua privativa de la región vecina. No es la primera cantante catalana que lo hace ni será la última. Desde aquel Manolo García con su «país valencià» hasta el propio Joan Manuel Serrat. Yo les excuso, en realidad creen que así se congracian con el público valenciano. En el caso de Rosalía con más razón, pues no en vano la pobre se ha educado en el sistema de enseñanza pujolista, ese que acompleja a los catalanes de origen «charnego» y que crea en la mente de los escolares una realidad política y lingüística alternativa y delirante; el mismo que quería implementar Marzà. Es lógico que los que han sido sometidos a este programa educativo piensen que todo el monte es orégano. No me mal interpreten, el valenciano y el catalán son inteligibles entre sí; como lo son el gallego y el portugués o el sueco y el noruego, y a nadie se le ha ocurrido crear unos «països lusitans» o unos «països suecs». Graben esto a fuego: la inteligibilidad no es unidad. Pero la situación actual, y desde hace media centuria agotadora, es de permanente conflicto lingüístico. Es así diga lo que diga Villalonga, Grisolía o el mismísimo obispo de Solsona. El actual, digo, no el que se fugó con una escritora de novela erótica a criar marranos en el campo. Y así seguirá siendo mientras la imposición de una unidad idiomática antijurídica y ahistórica sirva como excusa para comprometernos en un proyecto político sedicioso y disolvente de nuestra identidad. Es en este contexto que se me ocurrió interpelar a la barcelonesa en la red social Twitter para exponerle de manera muy sintética lo que he desarrollado arriba. Sin quererlo -aunque no sé de qué me extraño...-, abrí las puertas de Mordor de par en par y liberé contra mí una horda de orcos laciamarillos capitaneados por Albert Donaire, aquel mozo de escuadra independentista que tartamudeó aterrado por la efigie togada del juez Marchena.

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