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Puig y Oltra, intercambio de rehenes

ROSEBUD ·

¿Un exmarido por un hermano? Los silencios alimentan la teoría

Antonio Badillo

Valencia

Miércoles, 6 de abril 2022, 00:33

Hubo un tiempo en que la vida familiar orbitaba en torno a lo que echaban por televisión, y la noche del viernes era señorío del 'Un, dos, tres...' La etapa más célebre del programa asentaba su éxito en el magnetismo de la presentadora. El caso ... es que Mayra Gómez Kemp, cuyo torrente de almíbar dominaba la escena, solía dejar escapatorias a sus concursantes ante el todo o nada del último regalo de la subasta. Que si «hasta aquí puedo leer», la dichosa tarjetita jugueteando con los dedos; que si «les ofrezco cien mil pesetas y lo olvidamos»; que si el público, que no se juega los cacaos, corea un 'noooo' cargado de culpa; que si leo otro poquito más; que si ahora son doscientas mil, el plató convertido en zoco... Y así llegaba el momento en que alguno de los aspirantes, el menos reconcomido por la duda, lo decía, «hemos venido a jugar», y unas veces su determinación conducía a la calabaza y otras al coche o el apartamento en Torrevieja. Salvando las diferencias, un proceso similar ha seguido Puig en el escándalo que compromete el futuro de su vicepresidenta. Invitándole la prudencia a marcar distancias con quien sólo le une un acuerdo de conveniencia, el presidente se desentendió de minimizar riesgos y optó por seguir en el juego, implicándose en la defensa de su rémora y exponiéndose a compartir con ella destino. Pudo favorecer la investigación en Les Corts y no lo hizo, potenciando el regusto a intercambio de rehenes, un exmarido por un hermano, ambos ya con la justicia ojo avizor. Evitó subrayar las líneas rojas que Oltra se apresuraba a borrar, como si no fuera ella quien puso a la imputación su desorbitado precio. Dio pábulo a la teoría de la persecución, y pateó la gramática para defender que no hay que 'partidizar' los abusos mientras su socia buscaba escondrijo en el mantra de la extrema derecha, olvidando que lo relevante no es quién denuncia sino los reparos de un juez. En lugar de admitir grietas en el sistema avaló la diligencia de la conselleria, hay tantos casos execrables porque el buen trabajo los aflora. Y ahora reivindica mesura; nada menos que él, quien apenas estalló la bomba Ayuso, sin más prueba que el visceral cruce de bravatas entre enemigos íntimos, se precipitó a comparar sardónico la política con el colesterol para concluir que también en su gremio los hay buenos y malos. Pudiendo desmarcarse, eligió ser cómplice. Hemos venido a jugar, debió de pensar. Pronto algún ripio de las Tacañonas le revelará que es tarde para sacudirse el polvo del camino. Si tras la cortina se ocultan Ruperta, Botilde o el Antichollo -de estar el Chollo lo atrapará Francis-, que vea en ellos el premio a su equidistancia. Evitará así acabar como la Bombi, haciendo pucheros mientras pregunta «¿por qué será?»

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