Pulpo, animal de compañía

Cansa comprobar que no se vislumbran luces que apunten a larga distancia. ¿Dónde está la Universidad para estudiar con profundidad y rigor qué se puede hacer de verdad y qué no para minimizar en lo posible que ardan sin remedio tan grandes superficies? Nos referimos a estudios verdaderamente profundos que vayan más allá de advertirnos que el calentamiento global causará nuevas catástrofes y que debemos mentalizarnos ante mayores peripecias. Porque cunde la sensación de que todo se ciñe al fatalismo acostumbrado, pero no se trabaja en serio para ir al fondo del asunto, y eso extiende mucho desasosiego. ¿Cómo que no se puede hacer nada? A ver, que entren al terreno de juego los que saben de verdad y no tienen cortapisas político/académicas que les coarten. Ya sabemos que si caemos al vacío nos haremos pupa y su gravedad depende de la altura. Es la fuerza de la gravedad. Lo que precisamos son protecciones que eviten o reduzcan al mínimo el posible daño.

Pero, claro, si oyes al presidente del Gobierno, y también a su ministro del Interior, proclamar que esto de los incendios es por el cambio climático, y a continuación suelta el presidente de Castilla y León -de signo político contrario al Gobierno central- que la culpa es de los ecologistas radicales porque no le dejan hacer nada, parece que se confabulen para no hacer nada y hundirnos en la depresión. Porque si están en responsabilidades de gobierno es para actuar en serio, no para refugiarse en pobres excusas. Como en aquel juego de mesa, estamos dispuestos a aceptar pulpo como animal de compañía con tal de que sigan jugando, pero, por favor, hagan algo esperanzador.