Si nos quedamos con la figuración virtual que presentó Meriton a las instituciones como el gran proyecto del nuevo Mestalla ya os digo que me quedo con el viejo Mestalla. No sólo por motivos sentimentales obvios sino porque del nuevo poco sabemos salvo un comunicado ... de prensa acompañado de un dossier con fotos de aficionados tomando una cerveza mientras el Valencia juega un partido. Y es que este club sigue inmerso, eso sí, de manera voluntaria y desafiante, en una política de comunicación en la que el silencio, la censura o el ocultismo son sus únicos principios.
La afición, por encima de administraciones, sigue siendo ninguneada por el club cuyo único objetivo parece ser, privar a los valencianistas de sus derechos, sobre todo, su derecho a estar informados de lo que va a ser su estadio en un futuro no sabemos si próximo o lejano. Y si mal hace el club en no presentarlo a los aficionados también hacen mal las administraciones en no hacerlo cuando, se supone, lo conocen de primera mano y opinan públicamente sobre el proyecto. La transparencia de la que tanto alardean los políticos que nos gobiernan brilla por su ausencia en este asunto que han calificado prioritario para la ciudad.
Cuesta poco hacer pública la información recibida si de verdad creen, está por ver, que esta vez puede ser la definitiva y que la documentación aportada es la correcta. Tampoco esta vez las administraciones están al lado del valencianismo. Y ya estamos demasiado tiempo solos. Señores y señoras políticos que nos gobiernan, con filtraciones quedan ustedes bien con algún periodista pero no con los valencianistas ni con los valencianos.
El club priva a los aficionados del derecho de saber cómo será su estadio en un futuro
A estas alturas ya no esperamos conocer mucho más de lo que será el nuevo estadio. Nos tendremos que conformar con lo que leamos, veamos y escuchemos. Será la única información que tengamos a nuestra disposición. Y tendremos el estadio que ellos quieran, no el que sueñan los valencianistas. Quiero hacer memoria de cómo el Athletic de Bilbao el Atlético de Madrid presentaron sus nuevos estadios y llama la atención que en ambos casos los titulares que acaparaban las portadas eran «El proyecto del nuevo estadio se presenta en sociedad», «Hoy presentamos la nueva maravilla de nuestra ciudad».
La primera piedra del nuevo estadio del Athletic Club de Bilbao se puso en la primavera de 2010 y las obras concluyeron en 2015. El coste del estadio fue de 160 millones de euros. Aquí ni sabemos cuándo empezarán las obras ni cuánto costarán. Quizás hubiese sido interesante crear una sociedad, como hizo el club vasco, que impulsase y gestionase el nuevo estadio. Sociedad en la que estaban representados todos los estamentos, instituciones, entidades bancarias, club y aficionados. A lo mejor ahora y después de más de 13 años estaríamos hablando de otra cosa. Un estadio, por cierto, espectacular y con un ambiente eléctrico en cada partido. Y eso se debe en gran parte a que los tres anillos de graderío previstos quedaron en dos y un tercero, de dimensiones reducidas para palcos vip. Si la idea de Meriton es separar a la afición con un anillo de por medio para compromisos, tapear y llevar a famosos, vamos por mal camino.
Y así seguimos, una semana más, un mes más, unos años después, sin saber nada cierto de lo que será el nuevo estadio. Y lo más triste es que al paso que vamos nos iremos de Mestalla sin saber a dónde ni qué nos encontraremos. Si lo supiésemos a lo mejor muchos preferiríamos quedarnos en Mestalla, nuestra casa, en esa butaca en la que tu nombre indica que llevas ahí más de 25 años y que estarías otros 25 más.
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