Lim (no) te queremos

En aquel verano de 2014 una marabunta dirigida y aleccionada abrazó a Peter Lim sin pararse a pensar si aquella venta era lo mejor para el Valencia. Entre cartulinas y manifestaciones contra Bankia, una parte importante del valencianismo se puso en cola para rendir pleitesía a un tiburón de Singapur. Los mismos que unos años antes vendieron sus acciones para traicionar a las primeras de cambio aquello que llaman sentimiento. Todo aquello estuvo manejado y envuelto por titulares vergonzosos como aquel «Lim te queremos», que hoy cae a plomo sobre la desmemoria de la grada de Mestalla. Hubo una posibilidad de darle la vuelta a la historia, en Lisboa durante la final de la Champions, pero echarse atrás era reconocer un error con el que nadie estaba dispuesto a cargar. Nuno por Pizzi fue el primer aviso y (casi) todos callaron. Los periodistas que en aquellos tiempos publicaban a la contra eran machacados e insultados desde un batallón parapateado en perfiles de dudosa índole en las redes sociales. Hoy hay insignias de oro y brillantes en solapas que no lo merecen. La verdad reluce con el tiempo y en las hemerotecas hay relatos que hoy algunos querrían borrar. El Valencia nunca debió terminar en un proceso manchado, manipulado e interesado. Donde los famosos puntos del proceso se convirtieron en papel mojado. Una estafa en toda regla aprobada por unanimidad por un grupo de patronos que prefirió la huida a la dignidad. Unos pocos acobardaron al resto. Hoy Lim sólo puede vender el Valencia si cuenta con el permiso de Bankia, un ogro que se ha convertido en una de las pocas garantías de supervivencia. El club padece una deriva social e institucional con un inconsciente como presidente. Ha llegado el momento de salvar al viejo Valencia C. F.