¿Quieres más a papá o a mamá?

El dilema. Seguramente no habrá niño de los 70 u 80 que se librara de la trascendental diatriba. ¿Quiéres más a papá o a mamá? Ignoro si les pasó a los de antes, en esa época yo bastante tenía con ni existir. Y los niños de después... bueno, a esos ni se les pasó por la cabeza a los adultos preguntar tal cosa. En un instante, ante semejante interrogante, hubieran aparecido raudos fiscales de la corrección, comités en contra de la opresión infantil y asociaciones de niños y niñas, ellos y ellas, humanos y humanas. Denuncia por manipulación de infantes, retirada de custodia, etc, etc... Qué tiempos aquellos en los que todo era inofensivo e inocente. Pero volviendo a la pregunta en cuestión. Lo de 'papá o mamá' era un mantra que te podía plantear desde el vecino del quinto, la panadera, la tía abuela de Segovia a la que no veías desde tu bautizo o el chófer del autobús que pretendía hacerse el simpático mientras picabas el bonobús. Y claro, aquello te sometía a un conflicto del que sólo podías salir por el centro salomónico de «a los dos», o quizás vengándote de alguno de los patriarcas por un retraso en la paga o calentando la próxima zapatilla voladora...

Era volver locos a los niños. Como hoy lo consiguen con nosotros los 'papás políticos', enfrascados sin cesar en sus pandémicas discusiones.

El rebaño. Mucho se habla de la inmunidad de rebaño. La misma que ahora se atrasa por el parón en la llegada de las vacunas. Por las decenas de sinvergüenzas que se saltan el turno para inmunizarse antes y cavar la tumba de otros que lo necesitan. Por la memez de desperdiciar cientos de dosis de vacuna por no tener las necesarias jeringuillas de 1 milímetro y quedarse parte del anhelado líquido en los viales. La inutilidad del sistema público representada en una de las fábulas que más veces me repitió mi abuelo Demetrio: eres más tonto que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina.

Regreso al 'rebaño'. La ciudadanía, por mucho que nos duela, somos un colectivo gregario. No diré aborregado, aunque mucha fiesta clandestina, 'desenmascarillado' y listo que se salta el cierre perimetral invitan a pensar en ganado. Pero somos un grupo necesitado de pastor, de líder que marque un camino. Y si los que tiran del carro se afanan en ir uno hacia 'papá oveja' y el otro hacia 'mamá cabra', pues el caos está asegurado.

Sin unión. Y lo que pasa es que nuestros 'padres de la patria' (ya quisieran ellos) insisten una y otra vez en lanzar mensajes diferentes y variopintos. Sin unión para ir al unísono en la consigna de la sociedad. ¿Que la Comunitat pide adelantar el toque de queda a las ocho de la tarde? Pues papá Illa se niega. ¿Que en el Consell se propone prohibir las reuniones entre grupos de no convivientes? Pues desde el Gobierno se lanza la consigna de que las Fuerzas de Seguridad rechazan la medida por imposible de controlar. ¿Que el PSOE a nivel nacional pide dimitir a los alcaldes que con todo el morro se han cascado la vacuna sin tocarles? Pues la comisión municipal desconvoca la reunión prevista para hablar de ello, no sea que se metan en un charco. ¿Que lo pide Puig? Pues ahí siguen, en su poltrona y con la dosis en vena.

¿Y a quién quieres más, a papá o a mamá? Y con el absurdo mensaje que no dejan de transmitir los 'papás políticos', la consigna de parar el virus se acaba perdiendo. Y los ingresos hospitalarios y las UCI cumplen más de dos semanas en la Comunitat al borde del infierno. Con camas hasta en las cafeterías. Pónganse de acuerdo, por el amor de Dios.