Hoy en España andan sueltos, porque los han excarcelado los jueces, doce asesinos, violadores, agresores sexuales o maltratadores en aplicación estricta de la ley conocida ... como la del «sólo si es si» promovida por la ministra Irene Montero. Lo quiero dejar escrito porque es lo único que puedo hacer desde la impotencia femenina que me confiere el género con el que nací, con el que crecí y con el que sigo estando notablemente satisfecha años después. Aunque sea desde la última e incómoda esquina de la incomprensión minoritaria del pensamiento feminista que parece dominarlo todo en la España de hoy. ¿Qué le diremos a la primera víctima -en el caso de que sobreviva- y a sus familiares si cualquiera de estos desalmados vuelven a las andadas y reincide? En pocas semanas, se han revisado más de noventa condenas a la baja o se han dado nuevas sentencias en aplicación de la nueva norma. Existen casos así en catorce comunidades autónomas, entre ellas, la nuestra.

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No me cabe en la cabeza que todavía no se haya cambiado esta ley, que ha evidenciado su fracaso de manera más que evidente y que lleva en vigor más de dos meses, desde el pasado 7 de octubre. Esto es, 75 días después de su entrada en vigor la ministra Montero no ha corregido ni una coma de esta ley. ¿Cómo es posible? ¿Qué otra prioridad puede tener hoy -mejor que mañana- que hacer esta ministra que se viste de morado para liderar las manifestaciones del 8 de marzo? En cualquier país sensato del mundo, que en más de dos meses no se haya solucionado este asunto, sería motivo de su destitución inmediata como ministra.

Es una auténtica locura que esto este sucediendo en nuestro país. Yo no me quiero olvidar ni me quiero acostumbrar a que estas cosas pasen y que disfunciones así se conviertan en algo con lo que convivir, como casi sin remedio. Si este error tan garrafal -aún sin corregir- lo hubiera llevado a cabo una ministra del PP, de Ciudadanos o de Vox las calles estarían a rebosar de manifestaciones, los editoriales de muchos periódicos clamarían en contra y se llenarían de comentarios contrarios muchas tertulias.

¿Qué otra prioridad puede tener la ministra Irene Montero?

No sé a qué está esperando Irene Montero. Pero si ella no toma la iniciativa que lo haga, de manera solidaria, cualquiera de sus compañeros de gabinete, ministros, vicepresidentes o incluso el propio presidente Sánchez que por competencias y jerarquía, estarían capacitados para poner en marcha la reforma que corresponda. La responsabilidad aunque sea moral les alcanzará a todos en el caso de que, por dejación de funciones, una nueva desgracia suceda cuando podría haberse evitado.

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No hay duda de que hay muchas cuestiones que deben ocupar la acción del gobierno pero, de entre la larga lista de deberes que deben afrontar, ésta es muy urgente y debería resolverse como un asunto pendiente de la máxima prioridad. Sencillamente porque están en juego la vida y la seguridad de las personas y de muchas mujeres. ¿No les parece?

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