Rafael Monleón Torres, marinista y arqueólogo naval

Entre los artistas españoles que mejor han sabido ilustrar el mar y los barcos figura por derecho propio el valenciano Rafael Monleón Torres, pintor marinista y restaurador del museo naval de Madrid durante el último tercio del siglo XIX. Rafael Monleón fue capaz de pintar la mar y el cielo con la belleza y el realismo con que la conocen los marinos y los barcos con el rigor técnico de quien conoce su diseño. El Museo Naval recoge esta colección de 90 acuarelas.

Valencia es testigo de la importancia que tiene la mar en la sociedad y que reflejan en su trabajo muchos artistas valencianos a través de libros, grabados, pinturas y escenas de la mar y barcos. Consciente de este hecho, en marzo de 2017 la Generalitat tomó la iniciativa de dar conocer la figura y obra de Rafael Monleón Torres divulgando en el Museo de Bellas Artes San Pío V en una exposición monográfica la trayectoria artística de este pintor injustamente ignorado que fue considerado un excelente marinista y arqueólogo naval.

Nació en 1843 en el seno de una acomodada familia valenciana. Pronto se manifestaron en él dos grandes aficiones: la mar y la pintura. Su formación transcurrió entre estudios de piloto naval en la Escuela de Náutica y en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Ambos estudios le hicieron conocer la intensa relación entre su afición a la mar y los barcos. Continuó sus estudios en la escuela de pintura, escultura y grabado de Madrid en la cátedra de Carlos de Haes (1826-1898), introductor del paisaje moderno en la España decimonónica.

Navegó como piloto naval por las aguas del mar del Norte y allí pudo contemplar las marinas del alemán Teodoro Weber, especialista en calmas, tempestades y naufragios, que le señalaron el camino a seguir. En Bruselas trabajó en el taller del marinista Jean Clays y en Francia con el aguafuertista Luis Allemand, dejando todos ellos una gran influencia de su arte. Coincidiendo con la terminación de sus estudios obtuvo en 1864 su primer éxito artístico en la Exposición Nacional de Bellas Artes y se le distinguió con una Mención Honorífica por su cuadro 'Costa de Denia'. Desde entonces sería asiduo a estas convocatorias nacionales y extranjeras participando activamente con cuadros en los que la mar era protagonista.

Esta primera fase transcurrió a caballo entre los Países Bajos y España realizando numerosos dibujos y marinas, visitando puertos y astilleros para perfeccionar sus estudios de paisajista y también obtener el material necesario para la producción posterior de su obra. En 1968 abrió su estudio en la calle de Las Hileras en Madrid, creando unos nuevos vínculos con ilustres personalidades de la época, Emilio Croquer y Cesáreo Fernández Duro (académicos de la Historia), que durarían hasta el final de sus días. Esta nueva faceta le obligaría a adentrarse a fondo en el Museo Naval, iniciando un nuevo rumbo en su creación artística y realizando sus primeras obras para el Museo: 'El combate de El Callao' (1868) y 'El combate de Trafalgar' (1870). Nombrado Pintor Honorario del Museo Naval y del Almirantazgo en 1870, dedicó su vida con intensidad encomiable al estudio y representación gráfica de embarcaciones de toda clase y épocas, como queda reflejado en el Legado de Monleón que integra los cerca de 3.000 dibujos que realizó para ilustrar sus obras.

En 1877 el Rey Alfonso XII, en reconocimiento a los servicios prestados a la Marina, le nombró Comendador de la Orden de Carlos III y al año siguiente le concedió la Cruz de la Orden del Mérito Naval. En 1883 fue designado Pintor Restaurador del Museo Naval y del Almirantazgo, donde en plena madurez artística y espíritu investigador, Monleón llevó a cabo sus dos obras maestras: Historia gráfica de la construcción naval bajo su aspecto artístico, conjunto de 92 acuarelas que recoge la evolución artística y técnica de los barcos, y el Catálogo descriptivo de los principales tipos de embarcaciones desde los primitivos tiempos hasta nuestros días, colocadas por orden alfabético y que sirven de complemento a la colección de acuarelas existentes en el Museo Naval, obra que el autor no llegó a ver publicada.

Con motivo de la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América, participó como ponente en la comisión arqueológica ejecutiva para la reconstrucción de la nao Santa María, botada en La Carraca (Cádiz) en junio de 1892 para hacer la singladura a Chicago con motivo de la Exposición Universal de 1892. Por este hecho la Reina Regente Doña María Cristina le concedió la segunda Cruz del Mérito Naval.

Toda la obra de Monleón es un alarde de erudición arqueológica, ingeniería naval y una lección de historia, donde el autor no solo demuestra su categoría artística como marinista sino también su profundo conocimiento de la construcción naval de los buques de su época. Mr. Jails, ingeniero naval, decía al contemplar sus cuadros: «Se duda si son pintados por un artista inteligente en construcción naval o por un ingeniero naval inteligente en la pintura, tal era la precisión y exactitud en los detalles técnicos». En palabras de Hugo O'Donell, académico de la Historia, «su obra nunca fue superada y dudamos mucho de que pueda serlo».

Además de su extraordinaria obra dedicada a temas marinos, desarrolló otras como cronista gráfico, excelente aguafuertista y ceramista comparable a los mejores de su época. Falleció en Madrid el 24 de noviembre de 1900. Hoy en día sus estudios siguen siendo un referente para los numerosos marinistas que se inician en el arte. Sus obras se pueden contemplar en los Museos de Bellas Artes de Valencia, en El Prado y en el Museo Naval de Madrid.