Desde el siglo pasado, el inicio de año se presentaba con la ilusión ante la llegada de sus majestades los Reyes Magos y con la euforia que inauguraba uno de los ciclos cumbre para el consumo: las rebajas de invierno. En los grandes almacenes y ... los pequeños comercios se podían adquirir por un importe asequible aquellos productos de calidad y precio en origen prohibitivo para muchos. Pero eso, como dicen nuestros sabios mayores, era antes. Ahora hay más de todo. La oferta tanto de las denominadas primeras marcas como de las marcas blancas es inabarcable. La tarta es cada vez más amplia. Las promociones y descuentos no se producen únicamente en dos periodos señalados del calendario por la estación más fría y la más cálida. Se acaba de cumplir una década desde que el Gobierno aprobó por ley desestacionalizar las rebajas de manera que éstas dejaron de estar supeditadas a estas dos franjas anuales. Esta circunstancia junto a la eclosión de la venta por internet ha transformado el fenómeno original y tradicional de las rebajas. Sobre todo en el sector textil. Las tiendas 'online' de gigantes como Inditex llevan diversas temporadas adelantando las deducciones para sus clientes virtuales. Y el éxito de este nuevo patrón ha propiciado que otras compañías copien el modelo con el formato de ventas 'privadas'. Esta estrategia provoca en el consumidor esa sensación de curiosidad que le incita a la compra anticipada porque su inconsciente acaba considerando a ese producto X como una urgente necesidad ('lo necesito ya'). Las recientes técnicas de venta han ido cambiando los hábitos de compra de los ciudadanos mermando poco a poco al mediano y pequeño comercio que no cuenta con los márgenes o las rotaciones de género de las grandes cadenas de distribución. Los minoristas de los barrios y los centros históricos de las ciudades tratan de adaptarse como pueden para no cerrar la persiana. Se calcula que cada español gastará una media de 135 euros en la actual campaña de rebajas, según la Asociación Española de Consumidores. Las empresas representadas por la patronal ANGED confían en superar las cifras del ejercicio anterior mientras los minoristas de los barrios y los centros históricos de las ciudades se conforman con el hecho de sobrevivir sin verse obligados a cerrar la persiana.
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Esas guardias al amanecer que concentraban a centenares de personas haciendo cola en las aceras comerciales en la cuenta atrás para las rebajas pertenecen al imaginario pretérito. Este fin de semana en la fila de los fieles de la presencialidad había también un aluvión de cambios y devoluciones. Como sostenía Eduardo Galeano, somos tiempo. Aunque ahora las calles y hasta el tiempo han dejado de ser un termómetro. Lo típico se muestra descafeinado.
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