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El 16 de septiembre a las 17.04 guardé la primera imagen: una mujer inconsciente, intubada, guarda cama en un hospital. Lleva un camisón Vichy ... azul y tiene una gran herida en la nariz. Hay muchas fotografías en Twitter a esa hora, la mayoría del hospital. Pero las diferencias de plano, ángulo y color me hacen dudar. Amplío las fotografías para ver el detalle: no hay duda, es la misma mujer. El mismo rostro hinchado, el mismo camisón azul. Se trata de Mahsa Amini, una joven de 22 años arrestada en Irán tres días antes por la policía moral: el velo islámico, obligatorio desde 1983, no cubre su cabello adecuadamente. En comisaría es apaleada brutalmente. El día que veo la foto Mahsa deja de respirar, se convierte en trending topic y cataliza fuertes protestas y huelgas en todo el país. En las redes, Mahsa se transforma en unas horas en símbolo de la libertad. El día de su muerte las imágenes la muestran, en flashback, rebosante de vida: la que era antes de ser detenida y apaleada hasta morir por la policía. Su cabello negro asoma como una premonición bajo el velo y hasta se escapa del recogido (las mujeres, en los últimos años, expresan de esa manera su ansia de libertad exponiéndose a penas de cárcel). En el hospital es ella, no puede ser otra. Pero la Mahsa juvenil que rebosa vida podría ser cualquiera, de ahí su fuerza narrativa.
La elipsis entre las dos imágenes (qué ha ocurrido) se resuelve por fin: entra en escena el verdugo, responsable del cambio dramático en las circunstancias de la joven. Y no hay ambigüedad: es el régimen. Un dibujo asombrosamente fiel a la fotografía del hospital añade a la escena una figura negra que tira con rabia del pelo de la joven inerte. Otra versión muestra al presidente de Irán, con una guadaña, velando el sueño eterno de la joven. Mahsa Amini fallece el día 16. La imagen de la joven desvalida a la que se le escapa la vida en un hospital desaparece: los fotomontajes finales la muestran serena y decidida, en cuadros oníricos que exaltan su figura. Con la mirada en el horizonte, crece y se eleva.
Las mujeres en Irán llevan años protestando y se han hecho virales, pero el asesinato de Mahsa ha instilado coraje. Lo necesitan: dos adolescentes han sido torturadas y asesinadas en estas protestas, que han costado la vida a más de 100 iraníes en cuatro semanas. Cortarse el pelo, la campaña viral, es una forma de apoyar su lucha y dar visibilidad. Las mujeres de primera línea pueden hacer mucho. Pero no todo vale: los cortes invisibles y hasta favorecedores, que los hay, son una burla al sufrimiento y al coraje de estas mujeres.
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