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A juzgar por los resultados con los que À Punt cerró 2020 (un 3% de cuota de pantalla, el doble que en el ejercicio anterior) se podría deducir que la apuesta del nuevo director general, Alfred Costa, de volver a las fórmulas de Canal 9 ha surtido efecto. Pero conviene poner en contexto estos datos. La cifra es esperanzadora, es verdad, pero está todavía muy lejos de las de emisoras más veteranas y asentadas en otras regiones, como TV3 (14,6%), ETB (10%), TVG (9,9%) o Canal Sur (7,4%). Además no podemos concluir que esta tendencia al alza se deba al cambio de rumbo en la programación, sin tener en cuenta las circunstancias vividas durante el año anterior (con el confinamiento que aupó a la televisión en abierto y con una pandemia que aumentó el interés por las noticias de proximidad). Los acontecimientos extraordinarios suelen propiciar que los espectadores acudan a su cadena autonómica. Se constató con la borrasca Gloria y más recientemente con Filomena. No es baladí que 'L'Oratge' encabece cada día el ranking de los programas más seguidos (rondando el 7%). La información meteorológica siempre ha sido una de las más consumidas por el público valenciano, ya desde los tiempos de Canal 9, por lo que no puede considerarse una sorpresa. En esto À Punt no ha inventado nada.
La nueva televisión valenciana reabrió sus puertas en abril de 2018 y lo hizo con un interés extremo por no guardar parecido alguno con su antecesora, renunciando a su nombre, a su imagen de marca, a su dial y a algunos de los (pocos) aciertos de la gestión anterior. No hubo una reflexión previa sobre éxitos y fracasos pretéritos. Los primeros gestores tenían más claro lo que no querían ser que lo que sí y se apresuraron a renunciar a algunos formatos y a alardear de ello. No les quedó más remedio más adelante que morderse la lengua, retractarse de varias decisiones tomadas y echar mano, para mejorar sus resultados, de aquello de lo que habían renegado, como 'L'Alqueria Blanca', esa ficción que en su día fue capaz de generar industria y que gustaba a 'targets' de lo más variados. Comenzaron a reponer capítulos que sirvieran como reclamo para atraer público y funcionó. Tanto es así que la cadena ha encargado entregas nuevas, que no tardaremos en ver. Habrá que ver cómo le sienta el paso del tiempo, porque el panorama actual y el consumo de series en concreto ha variado bastante.
Costa nunca escondió que pretendía regresar a los orígenes y para ello recuperar fórmulas pasadas de Canal 9, como una versión veraniega del mítico 'Tela marinera' (que no gustó) y un ciclo de películas del oeste (que ha gozado de mejor acogida). No le tembló la mano para cancelar aquello que presumiblemente no funcionaba al ritmo que debería. Y uno de los casos más flagrantes ha sido el del programa de Carolina Ferre, fulminado por no cumplir las expectativas justo en el momento en que empezaba a tomar vuelo (se despidió con cifras entre el 4 y el 6%). Lo curioso ha sido que el formato escogido para sustituir a 'À Punt Directe' es bastante parecido en cuanto a formas y propósitos (tiene reporteros en pueblos, tiene tertulia de actualidad, tiene fogones). Solo ha cambiado de capitán al frente, con un Màxim Huerta de vuelta cual hijo pródigo después de haber estado haciendo el gamba en el Ministerio de Cultura y en Antena 3.
El magacín debutó el pasado lunes 11 con un triste 2,9% pero en solo una semana logró sumar un punto, así que la perspectiva no es mala. Ahora bien, al programa le falta rodaje, definir si sus prioridades son los botijos de Milán, las bufas de Planes o los datos de contagios en la Comunitat. O ni una cosa ni la otra porque el batiburrillo noventero funciona regular hoy en día. Una vez esto se aclare, seguramente podremos ver a un Huerta más natural, porque de momento se le veía más cómodo y sereno en el sofá de 'A partir de ahora' en TVE que en el de 'Bona Vesprada'.
Los cambios han dejado en tierra de nadie a profesionales que han dado la talla como la Ferre o Pere Aznar, que merecen mejor suerte. Y han colocado en un lugar secundario a Joan Espinosa que ha demostrado tablas suficientes para jugar en primera liga.
Cabe preguntarse si À Punt se conformará con resucitar éxitos y recetas de otras épocas o si va a explorar terrenos más competitivos e imprescindibles (formatos más informativos, más ficción, explotación de todas sus plataformas) para entender su vocación de servicio público y terminar de definir su modelo de televisión.
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