Les voy a contar una historia. Sucedió en el verano de 2019. Anil Murthy fue llamado a Singapur a principio del mes de septiembre por ... Peter Lim mientras el equipo de Marcelino arrancaba la Liga como vigente campeón de Copa del Rey. Marcelino había mandado mensajes a la propiedad reclamando fichajes para mejorar el proyecto deportivo; aquello de los cangrejos, ¿recuerdan? Paralelamente a ese viaje de Murthy a casa del amo, el propio Lim recibía en su palacio de cristal a Albert Celades sin que nadie supiera nada. Celades, un entrenador de la órbita Jorge Mendes sin experiencia en la Liga. Al regresar a Valencia, Murthy despedía por carta a Marcelino y Celades se convertía por sorpresa en nuevo técnico del Valencia.
Ahora les propongo un juego de palabras sencillito del párrafo que acaban de leer: cambien 'septiembre' por 'junio', 'Murthy' por 'Bai', ''Marcelino' por 'Bordalás' y 'Celades' por 'Gattuso'. Si ahora vuelven a leer el mismo párrafo con las cuatro palabras ya cambiadas tienen ante sus ojos el verano 2022; exactamente igual cambiando a los protagonistas. De aquella historia solo cambia que Mateo Alemany no existe y, por tanto, no puede ser despedido próximamente. Y, si queremos comparar a Pablo Longoria con Miguel Ángel Corona, igual el actual director de fútbol del Valencia puede ir haciendo las maletas aunque intuyo que con peor suerte que la del hoy presidente del Olympique de Marsella. Hasta la final de Copa aparece en la macabra ecuación: si la ganas te tiran y si la pierdes, también.
Da miedo, rabia, decepción... pero no sorpresa. Alguno quizá imaginó que la salida de Murthy cambiaría la realidad con la que Lim manejaba el juguetito. Ni tres días ha durado la esperanza de los esperanzados. Hemos vuelto a 2019 o, si quieren, a 2014 cuando Mendes y Nuno se hicieron con el control de las operaciones de forma exclusiva. Nada de un nuevo Mateo Alemany al frente del club; el funcionario Sean Bai pasa a ser el nuevo director general y parece que Mendes vuelve a ser el director deportivo. Pero cuidado: la situación económica es mucho peor que entonces y la crispación popular, insostenible. Recordemos en este punto que a Bordalás nadie le ha pitado ni presionado porque todos sabíamos que él no formaba parte del eje del mal.
Sigue en marcha el juego macabro. Sin saber el próximo movimiento, intuimos el fin de la partida
El valencianismo es sabio y protegió a su entrenador -pese a los lamentables números en Liga- porque le consideraban una víctima más de Meriton. No un cómplice. Pero si el Gattuso de turno aterriza en Valencia todo el mundo sabrá que son Mendes y Lim quienes están ocupando de nuevo el banquillo blanquinegro. Y, cuando esto pasó en 2014, Nuno acabó en la calle ante la presión popular, detrás huyó Prandelli, llegó el comentarista Neville y como siempre, Voro. Si Lim vuelve a empezar la guerra cada domingo, Mestalla también lo hará.
Por cierto, casi se me olvida contarles cómo terminó la historia con la que hemos comenzado este rincón semanal. Igual han caído ustedes solos. Celades fue despedido antes de terminar la Liga y Voro se tuvo que poner otra vez al mando para terminar el campeonato fuera de Europa con una plantilla de Champions. La diferencia con hoy es justo esa: aquel Valencia tenía a Garay, Parejo, Rodrigo, Kondogbia, Coquelin... y el que viene nace sin todos esos, con una deuda presupuestaria galopante y con la más que posible salida de los buenos que quedan: Guedes, Carlos Soler y ya veremos cuántos más. Sin proyecto, sin profesionales al mando y sin estrellas prefiero no imaginar el final del cuento singapurense.
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